Arranca la búsqueda de los pecios buceando en dos zonas cerca del puente


El inicio de las inmersiones entre Rande y San Simón en busca de los galeones de 1702 genera una gran expectación en torno al equipo de arqueólogos dirigido por Javier Luaces. No es una misión sencilla. Se proponen encontrar los restos de esos navíos para fotografiarlos y comprobar si efectivamente pertenecen a los de la mítica batalla. Hace dos décadas desde el último rastreo subacuático en estas aguas turbias y metros de lodo enterrando lo que se sospecha que hay. En cinco días se podrá conocer si este nuevo intento ha merecido la pena.

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Desde la mañana hasta la tarde de ayer los arqueólogos de la empresa Argos subcontratados por el director de la expedición, Javier Luaces, realizaron cinco inmersiones en dos zonas muy concretas: la primera, ubicada junto al polígono de bateas y a la altura de la planta frigorífica de Vieirasa; y la segunda, bajo el puente de Rande. La profundidad en ambos puntos no supera los 20 metros, y aunque fuera superior no sería la principal dificultad de esta misión en busca de los míticos galeones, sino la escasa visibilidad de las aguas. Y si esto se suma el espeso manto de lodo que cubre el fondo, no resulta exagerado comparar el reto con el que ilustra el dicho popular "más difícil que encontrar una aguja en un pajar".
Del resultado de este primer día de rastreo poco ha trascendido. La Dirección Xeral de Patrimonio ha ordenado a los arqueólogos la máxima discreción sobre la serie de inmersiones que durarán, en principio, cinco días. Para hoy está previsto que responsables de este departamento autonómico ofrezcan una rueda de prensa en Cesantes (Redondela), de cuyo puerto partirá a continuación el barco Real Madrid I para trasladar a los buzos a la siguiente zona de búsqueda, próxima a San Simón.
Esta expedición parte con una ventaja sustancial sobre la desarrollada en los 90. Ahora se dispone de abundante documentación sobre dónde pueden encontrarse dichos pecios: a las localizaciones registradas el pasado siglo hay que añadir las imágenes tomadas por el georadar en una campaña también dirigida por Javier Luaces en 2007. "Van a tiro fijo", apuntaban ayer desde la Xunta.
Pese a ello, el éxito del rastreo no está garantizado. Los buzos se proponen encontrar y fotografiar lo que aparece en las sonografías y luego comprobar si se corresponde con los legendarios navíos que portaban el valioso cargamento traído de las Américas cuando sufrieron el ataque de la coalición anglo-holandesa. Luaces está convencido de que sí, y ha esperado todos estos años a disponer de la autorización de la Xunta y su financiación –en la que también contribuye el Ministerio de Cultura– para intentarlo.
Expertos como el arqueólogo Ramón Patiño celebran esta nueva misión en Rande aunque insisten en la complejidad de localizar restos después de tantos años en unos fondos que define como "un auténtico lodazal". Y en sintonía con otros historiadores se muestra rotundo respecto a la inexistencia de piezas de algún valioso metal. "De lo que puede haber ahí abajo tendrá un valor arqueológico, pero tesoros, ninguno", sostiene Patiño.
A la espera de lo que cuenten hoy en su comparecencia el director xeral de Patrimonio, José Manuel Rey Pichel, y Javier Luaces, esta nueva misión subacuática entre Rande y San Simón se centrará en tres zonas donde la Xunta tiene constancia de que hay o hubo restos relacionados con la batalla. En la primera, con una profundidad de hasta 20 metros y ubicada entre la punta de San Adrián de Cobres (Vilaboa) y A Regasenda (Redondela) se recuperaron, según la Consellería de Cultura, "numerosos restos, como cañones, anclas, tazas de porcelana, poleas, plata fundida y restos de madera". En el segundo ámbito de inmersión, a 12 metros de profundidad, parece existir "un barco claramente definido y de donde también se han extraído restos de interés, como una rueda de afilar, una cuchara, platos de estaño y cobre o una empuñadura de espada". Y el tercer pecio "localizado", también a unos 12 metros, "presenta restos que sobresalen del fondo entre uno y dos metros". Estos datos justifican la expectación que rodea esta búsqueda, y los arqueólogos confían en demostrar que sí ha merecido la pena. Entretanto, la leyenda de la batalla de Rande sigue viva.