En una panga artesanal de unos 7 metros de eslora que rompía la cresta de las olas y el viento, un grupo de turistas jubilados de Quito recorría tres playas de la provincia de Santa Elena, en un paseo de una hora por alta mar. Era la mañana despejada del miércoles 8 de junio.

Ellos zarparon sin ningún control de la Armada, desde la comuna de Ayangue (Santa Elena), y tras pactar con dueños de las fibras del lugar que el paseo costaría $ 2 por persona.

Aunque no se registraron inconvenientes debido a que el mar lucía tranquilo, la adrenalina del viaje traslucía en los rostros de estos paseantes mayores, quienes sonrientes comentaban en la orilla cómo la nave se bamboleaba en medio de las olas, mientras se retiraban sus chalecos salvavidas.

Luego coincidieron haberse quedado con las ganas de observar a las ballenas jorobadas, que entre junio y septiembre llegan a esta zona desde las gélidas aguas de la Antártida para instalarse frente a costas ecuatorianas , donde paren a sus crías y se aparean en busca de aguas con temperaturas más altas (25° en promedio).

Los cetáceos atraen turistas ávidos por observarlos y con ello, a la par de los preparativos de los actos con que se inaugura oficialmente el avistamiento de ballenas en diversos puertos de las provincias de Santa Elena, Manabí y Esmeraldas, surge la informalidad.

Personas conocidas como “enganchadores” se encargan de ofrecer estos periplos en puntos costeros como Puerto López, Salango, Puerto Cayo, Manta y Pedernales, en Manabí; y en La Entrada, Ayangue y Salinas, en Santa Elena.

Aunque en estas dos últimas localidades, una bandera naranja ondea en los barcos autorizados para realizar estos viajes, también están los llamados “piratas” como se conoce a las personas que dejan sus actividades de pesca para usar sus embarcaciones en servicios de turismo ilegal.

Solo en Salinas hay más de 50 barcos dedicados a actividades turísticas en las playas de Chipipe y San Lorenzo. El capitán de este puerto, Jaime Lazo, refiere que algunas de estas naves, se desvían de su objetivo para, sin autorización, llevar turistas que desean ver ballenas. “En estas fechas, esas naves cogen pasajeros y cuando nadie las ve entran al mar”, afirma.

Hace quince días ocurrió un incidente en el que nueve turistas quedaron a merced de las olas, sin chaleco salvavidas, a 5 millas frente a Salango, en Manabí, debido a que el yate Humpback Whale en el que iban se viró por un fuerte oleaje.

Pescadores de Salango observaron el percance desde la costa, por lo que con sus embarcaciones se trasladaron al lugar para socorrer a los pasajeros de este barco. Luego llegó un guardacostas de la base flotante Lago Yaguarcocha, hasta donde fueron trasladados los nueve pasajeros, quienes perdieron todas sus pertenencias.

La nave siniestrada fue reflotada y está retenida por la Armada como parte de la sanción impuesta al dueño de este yate, que salió sin permiso de zarpe de la playa de Puerto López, donde se ubica en su malecón un retén naval en el que están ocho marinos y un oficial para el control de la costa entre esta última ciudad y Ayampe.

Un suboficial encargado del retén cuando zarpó el yate admite que la cantidad es insuficiente para ejercer un control más efectivo, aunque advierte que la situación mejorará con la asignación de más personal, algo previsto, según dice, sin decir fechas. “El barco era nuevo, pero no estaba apto para navegar, ya que faltaban las pruebas de equilibrio, fue negligencia del dueño”, justifica el marino.

Carlos Pincay, un enganchador de Salango, admite también que hay pescadores dedicados a llevar turistas en barcos sin contar con los permisos respectivos. “Vienen a diario unas dos horas y se van , solo cuando pasan las cosas aparecen (refiriéndose a los marinos)”, manifiesta ante el poco control.

Ante ello, el capitán del puerto de Manta, José Vera, asegura que regulará las embarcaciones que se dedican al avistamiento de ballenas para que salgan calificadas por la Armada.

Las naves deberán contar con el permiso de zarpe respectivo; y al salir tendrán que trasladarse hasta la base flotante Lago Yaguarcocha para controlar el número exacto de pasajeros. “Lo mínimo que pueda ocurrir nos sirve para aprender cada día más y mejorar el control”, refiere José Vera.

El operativo se anuncia a vísperas del inicio de la temporada de ballenas, cuando se multiplica la salida de naves para realizar turismo informal.

Solo en Puerto López y Manta hay 45 naves autorizadas que se usan para el avistamiento de los cetáceos, pero también se dan zarpes en una docena de barcos sin permiso que salen desde otros puntos como Puerto Cayo, Pedernales y Cojimíes, en la costa de Manabí, según afirma Pedro Ponce, director provincial de Turismo.

En tanto, comuneros de la costa reconocen que cuando las condiciones del mar lo permiten, se llevan turistas para que vean ballenas en pangas pesqueras. Ello ocurre por ejemplo en La Entrada, en Santa Elena, según José Pozo, presidente de esta comuna. “Las fibras tienen sus documentos en regla para pesca, pero para turismo aún no”, afirma Pozo sin reparos y hasta menciona que se cobra $ 10 por visitante.

Requisitos: Lo que se debe exigir
Seguridad
Los turistas deben constatar que el barco contratado tenga una patente y licencia de navegación y también un permiso de zarpe en el que conste hora de salida, número de personas a bordo, lugar hacia donde se dirige y tiempo estimado en el que planea retornar. Además, la nave debe poseer radio fija o portátil, una caseta para que los pasajeros vayan bajo techo y exhibir un listado visible de las medidas de seguridad, junto al número máximo de ocupantes permitidos en la nave, al igual que un seguro de vida. En la provincia de Santa Elena, solo se podrá salir a ver ballenas desde Salinas y Ayangue, según la Armada; mientras que en Manabí hay barcos autorizados desde Puerto López y Manta, según Pedro Ponce, director provincial de Turismo.

Costos
El precio para el avistamiento de las ballenas jorobadas en barcos autorizados de Puerto López es de $ 25 por persona. El valor incluye un guía.

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