El ecocardiograma transtorácico se torna más efectivo que el transesofágico en la detección del foramen oval permeable.

Tiembla un mito, y es que contrariamente a lo que se venía considerando, el ecocardiograma transesofágico ya no es la técnica de referencia para demostrar la presencia de un foramen oval permeable.


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Al menos eso se pone de manifiesto en un estudio prospectivo realizado por cardiólogos y neurólogos, que incluye a 134 pacientes, los cuales fueron seleccionados por que habían padecido un ictus criptogénico o migrañas. Se comparó la eficacia de las tres técnicas que se emplean en la práctica clínica en el diagnóstico del foramen oval permeable. El ecocardiograma transtorácico, el ecocardiograma transesofágico y el doppler transcraneal, mostraron unas cifras de sensibilidad y especificidad para su detección, del 100%/100%; 86%/100%, y 97%/98% respectivamente. Asimismo, la cuantificación de la intensidad del shunt derecha-izquierda era mejor estimada por ecocardiografía transtorácica que por ecocardiografía transesofágica.

La mejor capacidad para la visualización de las microburbujas, gracias a la imagen armónica, disponible en los equipos actuales de ecocardiografía transtorácica, explica su mayor capacidad diagnóstica. La presencia de aneurisma del septo interauricular, fue también fácilmente detectable con ecocardiograma transtorácico.

Dados estos resultados, los autores consideran que el ecocardiograma transesofágico en este contexto puede ser reservado para aquellos pacientes con mala ventana acústica, y en los que se vaya a planificar el cierre del foramen oval.