Si hay un lugar en la tierra que parece el edén, ése es Seychelles, un archipiélago compuesto por 115 islas que se esparcen en un radio de 700 kilómetros por las cálidas aguas del Océano Índico. Un lugar en el que siempre es verano, con una vegetación asombrosa y unas playas de ensueño.


Hay pocos lugares en la tierra más idealmente apropiados para el hedonismo que Seychelles. Deja que las palmeras mecedoras, sus intensas puestas de sol, la fina arena plateada de sus playas, las aguas del océano color turquesa y la hospitalidad de su pueblo sirvan de telón para una experiencia extraordinaria en este paraíso tropical. La temperatura media es de 26ºC y es un destino para visitar en cualquier época del año, si bien las lluvias son intensas durante el monzón, desde diciembre hasta marzo.

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De tiendas por la capital
De sus 115 islas e islotes, la mayor es la de Mahe, donde se encuentran la capital, Victoria y el aeropuerto internacional. Desde aquí podemos acercarnos en barco a las diferentes islas como Praslin, Digue, Sainte Anne, etc... Pero antes, el visitante no puede salir de Mahe sin antes disfrutar de alguna de sus 75 idílicas playas (recomendamos la de Takamaka), conocer y bucear en el Parque Nacional de Sante Anne, efectuar una visita a la Factoría de Té o visitar Victoria, la capital nacional más pequeña del mundo. Victoria es una ciudad turística, en el sentido más estricto de la palabra. Tiendas, bares y restaurantes se reparten los visitantes con el Museo de Historia Natural, el Museo de Historia y el mercado Selwyn Clarke.

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Submarinismo
Desde la isla de Mahe nos trasladamos en barco a Praslin, en concreto a su principal pueerto, la Baie Sante Anne. En esta isla se encuentra uno de los bosques más antiguos e inalterados del planeta: el Valle de Mai, que gracias a su gran valor natural fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984. En su interior se halla la palmera Coco de Mer, una especie vegetal muy curiosa que crece hasta los treinta metros y da frutos de hasta treinta kilos. Los aficionados al submarinismo están de enhorabuena en Prasilin, pues tienen un espacio impresionante para practicarlo en las bahías de Santa Anne, Anse Volbert y Grand Anse. Además, sirve como punto de partida para la famosa ruta del “Crucero de las Tres Islas”: un recorrido en barco por las islas vecinas de Cousin, Sant Pierre y Curieuse. Allí, una de las paradas obligatorias es el parque nacional marino de la isla Curieuse, para ver la famosas tortugas elefantinas de las Seychelles.

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Regalo natural
Quizá, el mayor privilegio que la naturaleza regaló a Seychelles es la isla de Digue, donde todos los tópicos de las postales idílicas se hacen realidad. La isla sobresale por su tranquilidad y los medios de transporte habituales son la bicicleta y el carro tirado por bueyes. La naturaleza ha diseñado en la Digue vistas increíbles en las costas de Source d’Argent, Grand Anse o Anse Patates; las hermosas playas de estas costas, con sus aguas cristalinas, la blanca arena fina, y las caprichosas formaciones de roca granítica, son un espectáculo único que el visitante de Seychelles no se puede perder. También es posible realizar en la Digue otras actividades interesantes como visitar a caballo la Passe o L’Union Estate donde viven aves endémicas como papamoscas negro del Paraíso y el takamaka.