El primero de los últimos
La noticia acaba de recorrer el mundo. El delfín de aleta blanca o Baiji, una de las cuatro especies fluviales del mundo, acaba de ser declarado como oficialmente extinguido. De esta manera se convierte en el primer cetáceo que desaparece debido a la acción humana.

La noticia fue dada luego de que un grupo internacional de científicos recorriera y monitoreara los 3.400 kilómetros del Río Yangtsé en China hábitat natural de este delfín casi ciego, sin encontrar ningún individuo con vida.

A pesar de eso, se estima la probabilidad de que media docena de delfines permanezcan con vida y hayan burlado el control de los científicos. Pero esa pequeña cantidad de ejemplares no podría remontar la especie ya que, a pesar de lo que pudiera parecer, se requiere de cierta cantidad mínima de individuos que garanticen el mínimo intercambio genético. Pocos ejemplares pondría la reproducción en manos de animales emparentados entre lo que ocasionaría una disminución del banco genético indispensable para el desarrollo de la vida.

Durante los últimos 20 años el Baiji fue motivo de una gigantesca discusión entre científicos de distintos países. Mientras que algunos pugnaban por dejar al delfín en su hábitat natural y combatir los motivos de su descenso poblacional tales como la pesca ilegal con descargas eléctricas, destrucción de su hábitat y el exceso de navegación en su río, otros optaban por trasladar a los últimos ejemplares a un lugar más seguro como la reserva del islote de Tianezhou, acción que finalmente no se llevó a cabo por por falta de fondos. Tal vez las dos opciones eran válidas, tal vez ninguna de ellas lo era. Mientras que los argumentos científicos se expresaban los delfines morían. La extinción se tomó menos tiempo que la decisión por salvar al delfín de la aleta blanca. La muerte suele prescindir de argumentos.

Pero hay otros delfines en otros lugares del mundo y hay otras ballenas. Hay otros cetáceos que se ordenan en la lista de la muerte y la desaparición, hay otros científicos discutiendo en otros idiomas sobre el porvenir de otros cetáceos. El futuro de esas discusiones no parece más alentador que la infructífera discusión por salvar al Baiji, incluso a las puertas del 2007, año al que el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas declaró como "el año del delfín". Aún así permanecerán indefensos.

En estos momentos un solitario delfín de aleta blanca navega por las contaminadas aguas del río Yangtsé, ese es su hábitat, fue el hábitat de su especie en los últimos 25 millones de años, es su río. Es por eso que navega y busca, debe haber otros. Es ciego, escanea el fondo con su sistema de ecolocalizador una y otra vez tratando de encontrar un rebote de sonido que le indique una presencia familiar. El no sabe que es el último de su especie. Tampoco sabe que con su muerte sellará definitivamente el destino de los hermosos Baiji. Él no lo sabe...

Él simplemente busca...