Afirma INAH que reliquias son susceptibles al hurto

Cientos de embarcaciones sumergidas y miles de ofrendas que yacen ocultas en mares, ríos, lagos, cenotes y cuevas y que forman parte de la riqueza cultural de México son cada año presa codiciada de los caza tesoros marinos.

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Pilar Luna, pionera de la arqueología subactúatica en México, aseguró ayer que se tienen registrados hasta 250 embarcaciones hundidas en la zona del Golfo de México y del Caribe mexicano pero se estima que existen miles de naves que naufragaron en las costas del país.

Además, se han contabilizado una treintena de zonas de ofrendas en cenotes y cuevas inundadas en donde civilizaciones como la maya depositaban cuerpos, objetos personales y alimentos para cumplir con sus rituales espirituales.

Según Pilar Luna, especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y dedicada durante más de 30 años a la investigación y preservación del patrimonio cultural sumergido, los tesoros de México están expuestos a la rapiña y el saqueo por parte de aventureros que borran las huellas de los antepasados.

La arquelogía subactuática nació hace 50 años en Estados Unidos, como respuesta qué pasaría con la cultura sumergida y quién la conservaría.

De naufragios a tesoros
Las embarcaciones que naufragaron en México pertenecieron al sistema de flotas que desde el siglo 16 fue utilizado por los colonizadores para transportar personas y mercancías del Nuevo Mundo a España.
Estas naves iban principalmente repletas con cargamentos de oro, plata y piedras preciosas que las colonias enviaban a la metrópoli como tributos para sostener los gastos de la monarquía española.

“Los intereses no han cambiado, siguen siendo los metales preciosos los que a cualquier costo persiguen los caza tesoros y por los que olvidan que, más allá del valor económico, está el histórico y el cultural”, apuntó Luna.

Desde la década de 1970 el INAH ha negado más de 30 solicitudes de mexicanos y extranjeros para explotar barcos que se hallan sumergidos en aguas de México.
La compañía norteamericana más poderosas en la búsqueda tesoros sumergidos, Odyssey Marine Exploration, quiso en 2007 apropiarse, sin conseguirlo, de un tesoro que encontró en el Atlántico.

Afortunadamente, apuntó Luna, cada vez es más difícil que los “aventureros marinos” tengan éxito gracias a tratados como la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO.