El grupo de buzos profesionales que trabajan en la ampliación del puerto comercial de Carboneras narran su día a día bajo el agua · Un colectivo con trabajo difícil, desconocido y de riesgo

Carboneras contará en unos meses con un nuevo puerto comercial que podrá acoger barcos de hasta 100.000 toneladas de carga, frente a las 8.000 toneladas actuales, con lo que se convertirán en una referencia entre los puertos españoles de graneles. Estas obras de ampliación se están llevando a cabo actualmente y su desarrollo no sería posible sin los buzos profesionales o comerciales, ya que son imprescindibles en todas las tareas que deben realizarse bajo el agua.

Pedro Banqué, cántabro y con una experiencia de más de 30 años en esta clase de trabajo -hay que resaltar que a su 49 años sigue bajando al fondo del mar-, es el encargado del equipo de ingenieros' submarinos que hoy por hoy trabajan en esta obra, que técnicamente para ellos está resultando algo problemática, según destacan a Diario de Almería.

Explican que las características del fondo, una zona de piedra, y la altura del mismo, más elevado de la cota en la que habrá que colocar los cajones de hormigón que estructurarán el puerto, han complicado en cierto modo un trabajo que suele ser algo más sencillo .

"Hemos tenido que hacer el fondo más bajo de la cota de menos 19.50 metros para luego echar piedra (melonera) y seguido graba para dejarlo a una cota final de menos 18 metros", explica Ezequiel Orosa que añade: "Tuvimos que hacer un trabajo de perforación que ha consistido en hacer taladros en el fondo con una máquina perforadora para luego meterles goma 2 eco y hacerlos volar".

Con estos labores han logrado ganar profundidad y creado un terreno firme donde ahora realizar los trabajos de albañilería necesarios para una vez terminados colocar los cajones flotantes de hormigón -en este caso seis- es su correspondiente sitio.

Como se ha visto estos 'obreros' submarinos están encargados de realizar trabajos de albañilería, soldadura, mecánica, desplazamiento de piedras, etcétera. Una labor arriesgada con la dificultad añadida del medio en el que trabajan y la presión.

"Muchas veces bajas a trabajar con 0 visibilidad y bajo presión", indica Jorge Pérez Blanco, un gijonés que lleva trabajando 20 años bajo el mar y que por ejemplo ha participado en la construcción del puerto de Ciudadela (Menorca) o el Musel (Gijón).

El trabajo de estos buzos requiere unos conocimientos específicos y a su vez amplios por la complejidad técnica de sus tareas bajo el agua, que en la mayoría de los casos les obligan a utilizar utensilios complejos y peligrosos, como taladros de aire comprimido, sopletes… e incluso explosivos.

La formación de los buzos comerciales consiste en la realización de un curso en una escuela de formación de buzos o un modulo de formación profesional que dura nueve meses y tras el que se obtiene el título de buceador de segunda con todas sus especialidades (obras hidráulicas, explosivos o reflotamiento de buques), según explica Marcos Pena, el miembro más joven (tiene 28 años) de este equipo, que aún permanecerá alrededor de dos meses trabajando en las obras del puerto de Carboneras.

Sin embargo, es el día a día de una vida profesional el que forma a estos 'trabajadores' de obra civil submarina, que están expuestos diariamente al peligro y se juegan la vida al trabajar en un medio diferente y depender de los medios mecánicos que pueden fallar. Ahí la dependencia total de los compañeros.

"Tu vida depende de un modo u otro de las personas que están en la superficie", apunta Orosa, a lo que Jorge Pérez añade que el papel de los compañeros es primordial. "Son ellos quienes te visten y te desvisten y controlan los equipos que portamos. Además, todas las labores que hacemos bajo el agua son transmitidas y controladas por un compañero".

"Uno sólo no podría trabajar en esto", apostilla, ya que se exponen a los riesgos del trabajo subacuático (corrientes, falta de visibilidad…) y a los imprevistos, como enredos en los cables, caídas de piedras o mareos.

Así es el trabajo de estos hombres que aseguran que su labor es poco conocida y, a su vez, poco valorada, ya que a las horas de trabajo bajo el mar (las inmersiones son de 90 minutos) se suman las que han de realizar en la superficie después de las necesarias paradas de descomprensión para dar apoyo al resto de buceadores.
Por este motivo, se quejan de la falta de legislación que regule su jornada laboral, a pesar de que desde hace poco más de un año y medio cuentan con el primer Convenio colectivo de buceo profesional y medios hiperbáricos. Un documento que fue aprobado, en concreto, el 9 de junio de 2009.

"Existen algunas leyes reguladoras y ya tenemos después de muchos años de peleas un convenio, pero a pesar de ello estamos en el limbo legal porque se desconocen y no se cumplen. Además, aunque seamos peones submarinos paradójicamente no estamos dentro del régimen especial del mar, como los pescadores", dice Jorge Pérez.

Estos trabajadores también protestan por la inexistencia de inspectores y lamentan tener que enfrentarse a puestos de trabajo inseguros a consecuencia en muchas ocasiones de la carga de trabajo, así como a la falta de medios adecuados para desarrollar su labor.

Unos pros que existen en la profesión de este colectivo gracias a cuyo esfuerzo hoy se encuentran grandes construcciones portuarias, así como pantanos, emisarios… Infraestructuras que no serían posible sin los buzos, un colectivo pequeño en España. Las cifras hablan que en todo el territorio hay unos 500 buzos comerciales, de los que sólo 200 están en activo.


FUENTE: http://www.elalmeria.es/