Es una de las playas más visitadas de la patagonia. Se pueden ver ballenas y pingüinos, y aprovechar los bellos paisajes.
Con montañas más bajas, pero la misma tierra blanca y un mar de casi idéntico azul franca, Cabo de Gata, playa casi virgen del sur de España, se reinventa en la Patagonia argentina.Puerto Madryn, a 1.290 km de Capital, es una opción para las vacaciones.
En la tierra de tehuelches y galeses, pelean por desterrar el mito del viento que impide disfrutar del mar en verano.
Confían en que esta temporada superarán los 240 mil turistas que visitaron la ciudad en 2009.
Madryn es famosa por el avistaje de ballenas, espectáculo único en el país. Esos bichos inmensos que se acercan a las embarcaciones buscando interactuar con el hombre, otra rara avis. Ballenas y ballenatos rompen las olas de Puerto Pirámides, en Península Valdés -Patrimonio Natural de la Humanidad- arrancando suspiros y exclamaciones de quienes miran desde el bote, con cada flameo de cola, con cada salto que les salpica la cara.
Entre agosto y octubre es el mejor período para ver la ballena franca austral, pero entre diciembre y marzo es el tiempo exclusivo para encontrar orcas.
En los meses de verano, las costas de la Península se pueblan de elefantes y lobos marinos. En Punta Tombo, la reserva de pingüinos más grande del mundo, se inunda de aves.
Capital nacional del buceo, Madryn permite una experiencia única: nadar con lobos marinos en su hábitat natural, Colonia Punta la Loma. La excursión lleva tres horas y media y cuesta $600. "Una sensación única, es indescriptible la sensación de tener en frente la cara de un lobo marino, intentar abrazarlo y que se deje, mientras otros cinco pasan por debajo de tu cuerpo", contó, con el snorquel y el equipo de neoprene aún puestos, Ulises, un turista platense que visitó Madryn en noviembre.
Unos 90 kilómetro separan el mar y la estepa del oasis chubutense, Gaiman. Un pueblo en el que todavía se mantiene la tradición del te con tortas a las cinco de la tarde, heredada de los galeses. Una merienda completa en una Casa de Te ronda los $60.
Pero la buena gastronomía no es exclusiva de Gaiman. En Madr yn, son muchos los que aseguran que Marcelino, una marisquería del Puerto de Rawson, fue el lugar que les enseñó el placer de comer mariscos. Otros, mas localistas, se inclinan por Cantina El Náutico, histórica.
La excelente cocina, la aventura y la fauna invitan a descubrir la Patagonia.