Ante el incremento de las actividades industriales en los océanos y la continua carrera hacia la explotación de los recursos del mar, los administradores de los 43 sitios marinos inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO se han reunido del 1 al 3 de diciembre en Honolulú (Hawai, Estados Unidos) para examinar por qué medios se puede reforzar la protección de esos sitios, “auténticas perlas del océano”.

Esta es la primera vez que se reúnen los administradores de los sitios marinos del Patrimonio Mundial, con vistas a determinar maneras de fortalecer su comunidad y desempeñar así un papel más importante en la tarea de afrontar los problemas que plantea la protección de los océanos del planeta.

El afamado explorador y especialista en conservación de los océanos, Jean-Michel Cousteau, y el primer vicepresidente de Conservation International y responsable científico a cargo de los océanos, Greg Stone, pronunciarán los discursos de apertura de la reunión, cuya celebración coincidirá con el acto oficial de inscripción del monumento marino nacional de Papahanaumokuakea (Estados Unidos de América), que se incluyó en agosto de 2010 en la Lista de Patrimonio Mundial, al mismo tiempo que la Zona Protegida de las Islas Fénix (Kiribati).

“Patrimonio Mundial es un nombre que evoca, de por sí solo, la tarea global de proteger los sitios más excepcionales y emblemáticos del mundo. De las casi 6.000 zonas marinas que se han declarado protegidas en todo el mundo, tan sólo 43 gozan de la condición que supone el más alto grado de reconocimiento internacional para su conservación: la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO”, ha declarado Francesco Bandarin, Subdirector General de Cultura de la Organización.

La importancia del patrimonio marino mundial fue reconocida por la UNESCO desde 1981 con la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial del primer sitio de esta categoría: el Parque Marino de la Gran Barrera de Arrecifes (Australia). Posteriormente, se inscribieron otros sitios marinos de gran relevancia como las Islas Galápagos (Ecuador), la Bahía de Ha Long (Viet Nam), el Parque Natural de los Arrecifes de Tubbataha (Filipinas), el Mar de las Wadden (Alemania) y el Parque Nacional de Everglades (Estados Unidos de América).

Hoy en día, gracias a la Convención del Patrimonio Mundial están protegidas zonas oceánicas que abarcan 1,4 millones de km2, lo que representa un 0,4% aproximadamente de la superficie de los océanos del mundo. En esas aguas protegidas, cuya extensión es equivalente a la del Golfo de México, se hallan cinco de las diez zonas marinas protegidas más extensas del planeta.

Los sitios marinos protegidos por la Convención son “auténticas perlas del océano”, ya que han obtenido el reconocimiento de la comunidad internacional por su extraordinaria belleza, su diversidad biológica fuera de serie y los procesos ecológicos, biológicos y geológicos excepcionales que se dan en ellos. Además, han sido objeto de una selección efectuada mediante un procedimiento riguroso de varios años de duración.

El estatus de sitio de la Lista del Patrimonio Mundial ofrece a menudo a los gobiernos y los especialistas en conservación el último recurso para impedir la realización de actividades de desarrollo económico perjudiciales. En 1999, por ejemplo, se contrarrestaron los planes para que las salinas de la laguna San Ignacio, situada en el Santuario de Ballenas de la Bahía de El Vizcaíno (México), se explotaran a escala comercial. Así se pudo conservar intacta la última laguna impoluta existente para la reproducción de la ballena gris del Pacífico.

La cumbre de los administradores de sitios marinos ha sido organizada conjuntamente por el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO y la Oficina de Santuarios Marinos Nacionales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos de América, y ha contado con ayuda financiera proporcionada por otros diez gobiernos nacionales, organizaciones no gubernamentales y entidades del sector privado.