El sumergible republicano, que se hundió en la Nochevieja de 1936, puede formar parte del Plan Nacional de Arqueología Subacuática
El Ministerio de Cultura realizará en los próximos meses un estudio en la costa del Cabo Peñas para cerciorar de que en los fondos marinos hay un submarino republicano, entre otras embarcaciones y tesoros hundidos durante la Guerra Civil. Las conclusiones de la investigación formarán parte del Plan Nacional de Arqueología Subacuática, el primer inventario de patrimonio sumergido que se realiza en España.
El objetivo es crear un censo exhaustivo de los restos arqueológicos que se esconden entre las aguas. El departamento responsable será el Instituto de Patrimonio. Además, el Gobierno ha consensuado nombrar bienes de interés cultural los enclaves más significativos marcados en este estudio. Si las pesquisas llegan a buen puerto, el Cabo Peñas contaría con un atractivo más a sumar a su potencial turístico.
Durante la Guerra Civil española, el saliente rocoso proporcionó resguardo de los vientos a muchos submarinos que cubrían la ruta Cantábrica o que se abrían paso hacia el océano Atlántico. Alrededor de esta porción de tierra navegaban los buques nacionales que hacían incursiones de cañoneo en la Asturias republicana.
Algunos de los sumergibles encallaron hundiéndose a pocos kilómetros de la costa gozoniega. De uno de estos incidentes habla el escritor Ramón Cayuelas Robles en su libro «Relatos inéditos de los submarinos republicanos en la Guerra Civil española C-5 y C-2». Y se trata de una narración con conocimiento de causa, ya que el autor fue uno de los tres marineros que sobrevivieron al hundimiento del submarino C5 en la Nochevieja de 1936 al abandonarlo antes de su última patrulla.
Manchas de aceite
La nave republicana desapareció tras haber partido de Bilbao con dirección a Asturias el 31 de diciembre de hace 74 años. Cuando al día siguiente se inició su búsqueda, sólo encontraron unas grandes manchas de aceite en la superficie del mar diez millas al norte de Ribadesella.
Además de los apuntes del libro, los rumores acerca del C5 se multiplican. El ejército nacional defendió en aquel momento que el fin del submarino empezó desde dentro. Para ellos, el comandante José María de Lara y Dorda, militante de las filas republicanas, quiso cambiarse de bando cuando intuyó la caída del régimen de Manuel Azaña. Esta versión se cimienta en el propio expediente de rehabilitación del comandante del navío.
Los informes nacionales incluso profundizan más. Estos papeles cuentan que Lara tenía planes para apoderarse del submarino y que para ello, no le hubiese importado matar a punta de pistola a los cuarenta marineros que le acompañaban. Sin embargo, más allá de rumores que los años impiden confirmar, el hecho cierto es que el capitán Lara consta como muerto en campaña por la causa nacional.
Otro sumergible
El del C5 no es el único registro de hundimiento en la zona durante el conflicto militar. El B6 siniestró unos meses antes. Concretamente, el 19 de agosto de 1936 está relatado el encuentro entre el sumergible y el destructor nacional «Velasco» a la altura del Cabo Peñas. Según cuenta la leyenda, para evitar la captura, el mecánico de a bordo abrió las válvulas para inundarlo, dando tiempo primero a que la tripulación abandonara el buque. Otras voces afirman que los marineros se rindieron y por eso no hubo víctimas. Ahora, tras más de setenta años, puede que alguno de estos misterios se desvele con el estudio de los restos que descansan bajo en la mar.