Según los expertos australianos, el número de peces dentro de las reservas, tanto las coralinas como las que no, ha crecido en estos seis años que lleva vigente la ley. Esta es una buena noticia, ya que permitirá repoblar no sólo estas zonas, sino también en las que está permitida la pesca. Otra señal de que la conservación del arrecife va por buen camino es la menor presencia en las reservas de la corona de espinas, una estrella de mar que se come pólipos, los microorganismos que forman el coral.

Otros animales que se han beneficiado de esta protección han sido las tortugas marinas o los dugongos, un mamífero herbívoro de la familia de los sirenios emparentado con el manatí. A pesar de estos datos esperanzadores, la superficie de la Gran Barrera de Coral se ha reducido en casi un 15% en las últimas dos décadas por el doble impacto del aumento de la temperatura y la acidez del agua, ambas consecuencia del temido cambio climático.

Las autoridades australianas decidieron en 2004 dividir la Gran Barrera de Coral en varias zonas con distinto grado de protección, y ampliar la extensión del santuario en un 4,5% (casi un millón de kms2 más ).Además, se aprobó un presupuesto anual para preservar el ecosistema de 3.375 millones de dólares, que en su mayoría aportaba la industria turística y los operadores de cruceros de submarinismo.