Nosotros tiramos plásticos al mar, los animales los ingieren y luego, vuelven a nosotros cuando nos comemos ese pez. Los científicos de la Scripps Institution of Oceanography están sorprendidos por la enorme cantidad de plásticos que están descubriendo en las cientos de muestras que cogieron en el norte del Océano Pacífico el pasado agosto. Un equipo de estudiantes de postgrado navegaron miles de millas al oeste de California a un área poco navegada pero muy publicitada que se llama North Pacific Gyre, una masa de agua del tamaño de un continente que se mueve en forma de remolino lentamente donde las corrientes oceánicas han depositado toneladas de basura plástica. El equipo de Scripps se ha puesto a buscar cuántos detritos hay realmente ahí y si está teniendo un importante impacto en la vida marina.
Scripps es la institución científica más importante que estudia la gran acumulación de plástico, llamada el “Gran Parche de Basura del Pacífico”, en las aguas en calma del Pacífico Norte. La fundación Algalita Marine Research Foundation, con base en Long Beach (California), la presentó al público hace una década con fotos de un albatros con el cuerpo lleno de tapones de botellas y ovillos de aparejos, juguetes de baño, bolsas y jarras.
Ahora, con el estudio de Scripps, el énfasis está en pequeños trozos de plástico, del tamaño de un grano de arroz, pero potencialmente tóxico para organismos más pequeños. Mientras los investigadores descubrían montones de piezas grandes, están más preocupados por los fragmentos como confeti descompuestos por acción del sol y las olas durante muchos años.
La científica jefe, Miriam Goldstein, lo expresó de esta manera desde el laboratorio UCSD donde trabaja, mientras sostenía dos frascos llenos de trozos irregulares de color azul, verde, amarillo y rosa: “los científicos se derrumban cuando les muestro estos ejemplos. La gente normalmente no se impresiona mucho porque están en plan ‘¿dónde están nuestras islas de basura?’ Ésta es una enorme cantidad de plástico para meter en un remolque.”
En cien años de toma de muestras en los océanos del mundo, los anteriores investigadores de Scripps nunca habían encontrado tanto plástico. Goldstein no puede cuantificarlo todavía, ya que todavía están ordenando frascos de zooplancton, crustáceos y peces.
Scripps no sólo encontró montones de plásticos, también han descubierto que los peces se los comen. “Encontramos también trozos de plástico en sus entrañas”, ha dicho Pete Davison, un estudiante de postrado de Scripps que diseccionaba el pez.
Los investigadores de Scripps encontraron trozos diminutos de plástico en el 5 a 10% de los peces que abrieron, principalmente pequeños nadadores comunes en las profundidades del océano, como el pez linterna y el pez hacha. Davison añadió que algunos peces pondrían haber comido plástico en sus redes, aunque otros definitivamente lo consumieron en la naturaleza.
Mientras que la gente directamente no se alimenta de estas especies, los peces comerciales más grandes sí lo hacen. “Si el atún está comiendo montones de peces linterna, está ingiriendo indirectamente el plástico que podría estar en el estómago de los peces linerna” ha dicho Davison. El plástico también absorbe toxinas como PCB y DDT que podrían estar filtrándose en la vida marina.
La investigadora de Scripps Rebecca Asch, estudiando el pez con Davison, añade que el plástico podría quedar atrapado en los intestinos de los peces. “Si es ése el caso, sería similar a lo que ocurre con las aves marinas cuando su estómago se les llena de plástico y dejan de comer”, ha dicho. “Se sienten llenas porque sus estómagos están llenos de plástico y acaban muriendo por inanición”.
El equipo de Scripps también encontró seriolas quinqueradiata jóvenes –el pez que se puede encontrar en el sushy- y peces azules –otra variedad que la gente consume- en el lejano Gyre. Ambos son típicos de las regiones costeras, lo que significa que la vida marina podría estar viajando en balsas de plástico a lugares donde no viven normalmente.
El Gyre es considerado un desierto biológico. Hay especies raras y viejas, muchas pequeñas por la falta de alimento. Pero estas remotas aguas están convirtiéndose en un cementerio de los desechos plásticos –que nunca se rompen del todo- desde las industrializadas Asia y Norte América.
Goldstein dice que el plástico puede estar soportando formas de vida que normalmente no prosperarían en el Gyre, dañando a otras y posiblemente transportando especies invasoras. Planea publicar su investigación en una revista científica este año.
Por ahora, Goldstein ha confirmado que Scripps encontró plástico en 1.700 millas de mar abierto. “Definitivamente creemos que hay montones de plásticos ahí fuera”.