El colaborador y forero Ramón Verdaguer nos hace llegar este texto muy ilustrativo y con gran caracter formativo y de ayuda a aquellos que se inician en este apasionante mundo de burbujas y silencio.
“¡No me hundo!”
¡Cuántas veces habremos oído esa exclamación en boca de algún compañer@ de aventura! Y, a continuación, empezar a lastrarse como si se avecinara un tornado…
Hay varias explicaciones pero una única causa: el volumen del buceador respecto a su peso.
Me explico:
Cuando nos vestimos, tendemos a atrapar aire en el interior de nuestro traje. Este aire atrapado en las diferentes capas del traje (como si fuese una cebolla) nos confiere una flotabilidad extraordinaria, añadida a la flotabilidad inherente al neopreno, esa especie de “mousse” de caucho sintético trufada con millones de burbujitas de aire, que constituye el tejido de nuestra vestimenta. La tendencia general es a lastrarse para vencer esa flotabilidad.
Pero al descender, conforme va aumentando la presión exterior, el traje se comprime, perdiendo grosor (volumen) y liberando ese aire atrapado. Pero el lastre se queda. Y ahí empiezan los problemas:
Es como la vida en pareja y el amor: cuando el amor desaparece, la pareja permanece. Y surgen los problemas...
Solución: lastrarse lo justo, obligándose a bajar los primeros metros y comprobando la flotabilidad alrededor de los -5m.. En superficie, abrir el cuello, perforar la capucha, ayudar al aire a salir...
Por otra parte, al principio de nuestra experiencia como buceador, es normal que flotemos MÁS.
Hay un viejo aforismo en buceo que dice: "la pardillez, flota".
Disculpar la expresión, que viene a explicar el comportamiento del novato. Debido al nerviosismo, tiende a mantener un ritmo respiratorio elevado, lo que hace que sus pulmones estén casi permanentemente hinchados, aumentando su volumen y dificultando el descenso.
Se aconseja:
- Buscar un ritmo respiratorio pausado y esforzarse en vaciar bien los pulmones. El ritmo podría ser asi: inspirar, contar mentalmente hasta cuatro o cinco, espirar, contar mentalmente hasta cuatro o cinco y vuelta a empezar.
- Recordar que entre la acción (inspirar o espirar) y la reacción (ascender o descender) hay un retardo de unos segundos, por lo que HAY QUE DARLE TIEMPO AL CUERPO A REACCIONAR.
- Al contar mentalmente, después de haber vaciado los pulmones, entre el segundo dos y el tres, el cuerpo empezará a descender si se está correctamente lastrado.
Si se ha adoptado una posición vertical cabeza abajo, tomar y soltar una respiración completa mientras se sigue aleteando suavemente hacia el fondo.
Cuando la flotabilidad es ya negativa, empezar a ajustar el equilibrio con la ayuda de los DOS chalecos (uno, interior, constituido por los pulmones y el otro, exterior, nuestro dispositivo de flotación. Con la práctica, comenzar a aumentar un poco más los segundos de intervalo. El progreso en el dominio de la flotabilidad será muy rápido y evidente.
Otro punto: en un momento dado surge la duda de si estamos correctamente equilibrados. ¿Lo estamos? Comprobémoslo:
- Nada más sencillo que quedarse inmóvil: si tendemos a "caer", falta algo de volumen; si la tendencia es a subir, sobra.
- Para pequeñas correcciones utilizar los pulmones; para grandes cambios de cota, el chaleco.
- NO ANDAR TOQUETEANDO CONTINUAMENTE EL HINCHADOR DEL JACKET. Cuanto menos, mejor.
- Y aprender a "jugar" con los pulmones.
- Por último, recordar lo que se enseña desde el primer día: no se debe retener el aire DURANTE el ascenso.
Saludos cordiales y felices inmersiones,
Ramon Verdaguer / SUBZERO
http://www.subzero.cat