El Estado financia una expedición para investigar el fondo del cañón de Avilés

Lo que esconden las profundidades del cañón de Avilés, una de las simas abisales más importantes del mundo, ha sido, durante años, un misterio para los humanos. Ahora, el Ministerio de Medio Ambiente se ha propuesto resolver ese misterio y, con tal motivo, ha iniciado junto con el Instituto Español Oceanográfico un estudio de sus fondos marinos. El objetivo: conocer sus características, los tipos de hábitat y la composición y distribución de las comunidades bentónicas, que son los organismos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos. Para ello, la Secretaría General del Mar ha puesto a disposición de los expertos el buque de investigación «Vizconde de Eza».
El cañón de Avilés es un accidente geográfico que, a tan sólo ocho millas (unos 30 kilómetros) de la entrada de la ría, alcanza más de 4.000 metros de profundidad y en el que habitan y conviven especies como el calamar gigante, corales blancos, algas, tiburones, múltiples cetáceos en su superficie y también especies pesqueras de interés comercial. Ésta va a ser la segunda campaña que impulsa el Ministerio de Medio Ambiente durante 2010 para el proyecto «Life+Indemares», que tiene como objeto contribuir a la protección y uso sostenible de la biodiversidad en los mares españoles.
La misión avilesina tiene como fin realizar el levantamiento batimétrico multihaz y el reconocimiento sísmico de alta resolución de la zona, así como la obtención de muestras de los sedimentos y rocas del fondo marino. Además, se harán muestreos de comunidades bentónicas sobre sustratos sedimentarios y rocosos y observaciones sobre la presencia de aves y cetáceos. El estudio que resulte de las investigaciones de los científicos se utilizará en la elaboración del inventario y designación de la Red Natura 2000 en áreas marinas de España, que concluirá el 13 de mayo. Dentro del proyecto «Life+Indemares», el cañón de Avilés constituye, según los expertos, uno de los ecosistemas «más extraordinarios» de la plataforma del mar Cantábrico.
Eso también lo creen biólogos, oceanógrafos y ecologistas, que desde hace años reclaman que se declare espacio protegido, un hecho que permitiría acabar con la presión que ejerce en la zona la actividad pesquera.