En libertad los condenados por la muerte de dos buceadores españoles

El accidente se produjo al hundirse el barco de buceo en el que viajaban

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Una justicia "decepcionante". Eso es lo que se han encontrado las familias de Israel Pérez Muñoz y Lourdes González Villarroya, el matrimonio valenciano que hace casi un año pereció al hundirse un barco en mal estado en aguas del Mar Rojo mientras disfrutaban de un safari de buceo.

Hace pocas semanas, los padres de las víctimas se desplazaron a Egipto para interesarse por los trámites legales, entre ellos un cambio de abogado. Descubrieron entonces que dos de los responsables condenados por el hundimiento, el capitán y un técnico del ' Coral Princess ' , ya estaban en la calle tras pasar sólo nueve meses en prisión, tres menos de los que marcaba la sentencia.

El hundimiento se produjo el 19 de noviembre del año pasado, a seis millas de la costa de Sharm El Sheij, un paraíso para aficionados al buceo al que cada año acuden miles de turistas. Después de analizar el accidente, entrevistarse con los supervivientes y repasar la documentación del barco salieron a la luz numerosas negligencias.

Un juez condenó a un año de cárcel al capitán del barco, al técnico y al armador, un hombre que no ha cumplido ni un sólo día de la pena que le corresponde. "Sigue en busca y captura y, por lo que sabemos, todavía no ha sido localizado. Se cree que ha huido del país y aún tiene que cumplir con su parte de responsabilidad", lamentó Cristina, hermana de Lourdes.

Tras la sentencia, las familias de la pareja valenciana no tiraron la toalla. Tratando de sobreponerse al dolor por la pérdida de sus hijos, comenzaron una costosa lucha judicial al entender que debería haberse celebrado un juicio en el que ellos fueran acusación particular. Contrataron a un abogado en Egipto para coordinar los trámites burocráticos y tratar de obtener de la justicia egipcia una pena mayor para los responsables del naufragio.

Sin embargo, tras el viaje de los padres de la pareja a Egipto han acabado convencidos de que allí la vía penal está agotada. Fueron acompañados por un traductor al que conocieron a través de la Conselleria de Solidaridad e Inmigración valenciana y que se ha convertido en un amigo para ellos. Hablaron con varios letrados para sustituir al que tenían, ya que estaba en El Cairo y debía desplazarse constantemente a la ciudad de El Tur, a 376 kilómetros.

"Pretendíamos incrementar la pena para los responsables, pero todos los abogados consultados nos dijeron que no se podía hacer más, que lo que habían cumplido en prisión los dos inculpados era la pena máxima", detalló Cristina.

"Nos queda al menos el consuelo de que el capitán y el técnico del barco han quedado inhabilitados para ejercer la profesión naval en un periodo de cinco años", añadió la hermana de Lourdes.

"Por parte de nuestra familia", añadió, "hemos decidido colaborar con una ONG egipcia que trabaja para concienciar a los jóvenes sobre lo que ha ocurrido y para dar a conocer las muchas negligencias que siguen haciendo de Egipto un país inseguro para el turismo y para otros ámbitos. A ver si sirve para que algo cambie", anheló.

Y es que los fallos que desembocaron en la tragedia comenzaron antes incluso del fatídico trayecto nocturno por el Mar Rojo. "Un mes antes del siniestro, el barco tuvo un accidente y se le hizo un arreglo, pero no debía haber salido a navegar hasta pasar una supervisión, una especie de ITV que no hizo", detalló Cristina.

Otra de las cuestiones que más enervan a los supervivientes y a los famliares de las víctimas fue la actitud negligente del capitán cuando se detectó la vía de agua. "Todos dormíamos y no avisó de que el barco se hundía", recuerda un superviviente. Además, "comenzó a acelerar, con lo que el agua entró con más fuerza, la embarcación se escoró y se fue a pique en cuestión de minutos", describe.
Para siempre en el mar

Los cuerpos de Israel y Lourdes no pudieron ser localizados tras el siniestro. Ni siquiera buscados. La embarcación en la que viajaban se hundió a más de 2.000 metros de profundidad, una distancia imposible de afrontar con la tecnología de salvamento marítimo de la que dispone España o Egipto. Serían necesarios robots submarinos como los utilizados en misiones oceanográficas y un gigantesco desembolso económico.

Los cuerpos de Israel y Lourdes quedarán para siempre en el mar, pero también y en el recuerdo de los muchos familiares y amigos que les querían en Valencia. Sus padres desean, ante todo, "que su muerte sirva para que las cosas se hagan mejor, que no haya negligencias semejantes en ningún otro lugar y que otras personas no sufran lo que nosotros estamos sufriendo".