Errores comunes en buceo: bucear más allá de nuestro nivel de buceo

¡Que levante la mano aquel que haya buceado a más profundidad de la que le permite su titulación de buceo!

Gracias, ya podéis bajarlas. Está claro, ¿no?
Bajo el agua no existen líneas rojas a los 20 m, 30 m o 40 m, ni tampoco hay policías. Entonces, ¿qué impide al buceador ir más allá de sus propios límites fisicos, mentales o legales? Únicamente su sentido común. Aunque en caso de accidente de buceo está, además, ese chivato implacable que es el ordenador de buceo. Y entonces es cuando las cosas se pueden poner aún más feas, con las aseguradoras.
Buceadores B1E u OWD que realizan inmersiones a más de 20 o 25 m, y que incluso entran en descompresión; B2E o AOWD que superan sin miramientos los 30 m, y que sin embargo se jactan de no saber o no recordar cómo se emplean las tablas de descompresión. Buceadores que no dudan en penetran una cueva cuando ya están terminando la inmersión -y el aire de la botella-, que bucean en el interior de un edificio sumergido en un pantano, o que realizan una inmersión nocturna sin la iluminación ni entrenamiento adecuados… Los límites pueden ser muy diversos, y cada buceador debería saber reconocer los suyos.

Superar los límites puede suponer ponerse en peligro uno mismo y poner en peligro a los compañeros de inmersión. Por ello, ante una inmersión que suponga traspasar el propio nivel de buceo hay que saber hacer algo que comentabamos en un post anterior: renunciar a ella. Pero eso no siempre es fácil, lo sabemos, y más cuando no se tiene una percepción adecuada del peligro que conlleva una situación de buceo determinada.

Pero lo cierto es que para realizar inmersiones avanzadas hay que tener unas habilidades y experiencia que son absolutamente necesarias y que sólo se adquieren con formación y entrenamiento adicionales a los cursos básicos de buceo, y por supuesto con la práctica. Para adquirir ese conocimiento, habilidad y experiencia los distintos sistemas de formación proponen cursos específicos de especialización en técnicas de buceo adecuadas para distintas situaciones: buceo nocturno, pecios, aguas frías, cavernas, buceo profundo, bajo hielo… Pero realizar el curso no es ni mucho menos suficiente. Hay buceadores que se dedican a coleccionar carnets de especialidades de buceo, pero que en realidad no tienen una experiencia mínima en la mayoría de ellas.

Solo hay una manera de adquirir experiencia: buceando; pero ese buceo ha de practicarse con colegas experimentados, que muestren al neófito con paciencia y camaradería las técnicas y habilidades específicas para ese tipo de buceo, que corrijan sus fallos, que refuercen sus progresos, como alguien hizo con ellos tiempo atrás.

No olvidemos por tanto que aunque un curso de formación es imprescindible, un carnet no garantiza ni la habilidad ni la experiencia. Hay muchos, demasiados “buceadores expertos“, con sus carteras llenas de títulos de buceo, acodados en las barras de los bares dispuestos a improvisar mil y una anécdotas; pero no hemos de perder de vista que dónde el buceador demuestra su habilidad y experiencia no es en el bar sino bajo el agua.

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