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Un mar repleto de últimos deseos
Los buceadores que ayudan al Ayuntamiento a limpiar el fondo marino hallan decenas de urnas funerarias
Quien más y quien menos esperaba algún hallazgo tan vergonzante como grotesco. Pero el viento de Levante arruinó la búsqueda. Los buceadores, unos 370, se introdujeron ayer por la mañana en aguas de la Malvarrosa para ayudar al Ayuntamiento a limpiar el fondo marino. Entre todos formaron una línea para realizar un barrido hasta mil metros mar adentro. Sólo sacaron botellas y plásticos, sucio recuerdo de la noche de San Juan, pero lo más sorprendente se quedó allá abajo. Nadie se atrevió a mandarlo a los contenedores.
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Decenas de urnas con las cenizas de un muerto, lanzadas al mar por algún familiar, reposan allí abajo. Desde hace unos años las costumbres se han ido modificando. La incineración empieza a imponerse. Y el destino de las cenizas, introducidas en una urna funeraria, muchas veces es el mar. Es el último deseo del difunto. Y eso es sagrado.
Por eso los buzos dejaron las urnas donde estaban. Ninguno se la jugó. Por respeto a la familia. Sólo cabe confiar en que ese homenaje póstumo al difunto se ajuste al Convenio Marpol, que regula esta costumbre cada vez más arraigada. La normativa exige la utilización de urnas biodegradables, informar a la autoridad marítima de que se va a depositar en el mar este objeto con los restos del muerto y hacerlo, eso sí, a más de tres millas náuticas de la costa.
270 kilos de basura
No llegaron los buceadores, ni de lejos, a esas tres millas náuticas -más de cinco kilómetros-, pues la búsqueda se detuvo, como estaba previsto, a los mil metros de la orilla. Y en ese perímetro, tan próximo a la costa, ya había decenas de urnas funerarias.
No fue muy productiva la limpieza del fondo marino de la Malvarrosa por culpa del Levante, que había revuelto el mar. La visibilidad era reducida. Los buzos se sumergieron hasta 10 metros de profundidad. El objetivo era retirar 700 kilos de basura, pero las malas condiciones dejaron la cifra en 270 kilos de botellas, latas, bolsas y plásticos.
El otro reto fue más accesible. La presencia a lo largo de la playa de casi 400 buceadores, divididos en grupos de 121, 131 y 177 especialistas, procedentes del Club de Buceo Mediterráneo y otras asociaciones locales, sirvió, al menos, para concienciar a los bañistas que, extrañados, preguntaban a dónde iba esa batería de hombres de negro cargados de bombonas de oxígeno. Pues esta acción de limpiar el fondo marino, que, según la delegada del Area de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, María Àngels Ramón-Llin, se efectuaba por primera vez, se desarrolló un sábado por la mañana al mediodía. Ramón-Llin informó de que, antes de verano, ya se limpió la arena y se retiraron cerca de 700 toneladas de residuos de las playas de Valencia.
Y aún hay, de rebote, un tercer objetivo, esta vez solidario. Los tapones de plástico de las botellas que se sacaron del fondo marino se entregaron a la familia de Alba Ojeda, la niña de Torrent que sufre graves daños cerebrales y que lleva varios meses intentando recaudar un dinero que pueda facilitarle la ayuda médica que necesita.
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