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Tesoros bajo el mar
El instructor y guía de buceo Isidro Moles, miembro de la asociación PADI, ejerce de anfitrión por los mejores sitios de Tenerife para realizar submarinismo
En las profundidades del mar de Tenerife hay un urbanismo natural que puede hacer llorar de emoción. En lugar de caminar sobre cemento, se vuela por calles azules, y, en vez de coches, circulan impresionantes especies marinas. Entre sus monumentos visitables hay una catedral, un anfiteatro, un jardín de gorgonias y algunos pasadizos por los que deslizarse. Y lo mejor de todo es que, como todas las maravillas del mundo, ésta también dispone de guías turísticos dispuestos a enseñar todos los secretos de la magnífica urbe.
Uno de ellos es Isidro Moles, miembro de la Asociación Profesional de Instructores de Buceo, con más de 8.000 horas de inmersiones a sus espaldas y una larga experiencia en los fondos marinos tinerfeños. Entre los muchos lugares que hay en la Isla para disfrutar del submarinismo, él destaca algunos, por el paisaje natural que ofrecen, la accesibilidad, la flora y la fauna.
Puerto de la Cruz
En el mar de este municipio norteño hay dos zonas que Isidro Moles considera de las más sensacionales de Tenerife. Una de ellas se la conoce como La catedral y fue todo un descubrimiento para él. De hecho, su primera inmersión a La catedral tuvo mucho peso en su decisión de quedarse a trabajar en la Isla. Confiesa que tras recorrer este paisaje hundido se le saltaron las lágrimas. Para tocar ese paraíso hay que bajar a 20 metros de profundidad y, una vez localizado, la belleza golpea fuerte, aunque no de golpe, ya que, cada vez que se bucea por ahí, se descubren maravillas nuevas. Por ejemplo, rocas forradas de gorgonias rojas que dan la bienvenida al visitante y lo hacen retrasarse irremediablemente, o un impresionante barranco por donde los buceadores se pueden dejar caer con total tranquilidad hasta alcanzar los 40 metros de abismo. Este recorrido también ofrece viejos desprendimientos de piedra, pedruscos caídos con tanta gracia que, más que restos de una avalancha, lo que ha creado es una escultura natural digna de fotografiar. El culto a esta catedral acuática incluye un Tubo de roca por el que se entra a 35 metros de profundidad y se sale de él a 17 metros bajo la superficie. La diversión continúa sobrevolando un arco desde donde el submarinista puede ver a sus pies, como si fuera en un avión, todos los rincones por los que ha pasado. Más adelante, aparece otra arcada bajo la que viven unas nueve morenas, entre las que destaca por su tamaño un murión enorme. Moles explica que si, llegado a este punto aún le queda aire al buceador, puede alejarse un poco más para disfrutar de un jardín de gorgonias amarillas. Todo un placer para la vista. Moles ha descendido ya 500 veces hasta ese lugar.
En Puerto de la Cruz, además de La Catedral, también hay otra inmersión conocida como La Baja de Los Realejos, a dos kilómetros de la costa. Para los peces, esta estructura rocosa es como un oasis en pleno desierto. Allí van varias especies de depredadores a alimentarse. Cazan y se van sin remordimientos. Moles ha visto a medregales de hasta 60 kilos de peso comer como cosacos para luego alejarse a otros lares a hacer la digestión.
Por ahí también deambula un gran mero y viajan bancos de barracudas y burritos, entre otras especies. De la flora del lugar destacan las anémonas, que adornan ese sitio con sus colores.
Estas dos rutas marinas, La Catedral y La Baja de Los Realejos son, para este experto, dos de las mejores que inmersiones que hay en la Isla, aunque no se pueden hacer desde la costa, sino que antes hay que adentrarse en el mar con una embarcación.
Los Silos
De la inmersión en esta zona, Isidro Moles destaca la fauna que frecuenta el lugar, formada por abades, sargos, doradas... Pero, además, hay muchas grietas entre las rocas y bancos de arena que amenizan el paisaje. Otra ventaja allí es la entrada de luz, lo suficientemente fuerte como para disfrutar aún más de ese fondo, donde es muy fácil orientarse. Con estas características, es ideal para iniciados en el buceo.
Garachico
En este municipio hay tres rutas submarinas: El Tubo, El Arco y Las Anclas. Esta última se llama así por la existencia de tres o cuatro anclas hundidas, dispuestas a ser descubiertas por los submarinistas.
En cuanto a El Tubo, Isidro Moles no lo aconseja a los iniciados, sino a buceadores con experiencia y s1empre desde un barco que los transporte hasta él. El Tubo de roca natural mide unos 12 metros de longitud y tiene entrada y salida. El culmen de su recorrido tiene lugar en una de sus bocas, cuando el buceador deja atrás una oscuridad intensamente vivida y justo antes de salir, de la parte superior del conducto entra la luz solar por unos agujeros para desembocar en una avenida de paredes verticales que impresionan. Incluso hay una parte que parece un anfiteatro. El paseo dura unos treinta minutos y el instructor aconseja ir con linterna y bien preparado, ya que hay zonas de El Tubo donde es imposible dar media vuelta. Finalmente, El Arco es una inmersión en la que la roca dibuja una arcada cerca de la que se pueden ver, como en otras partes del mar de Garachico, peces lagartos, chuchos, fulas, salemas, doradas y sargos.
Las Galletas
En las profundidades del mar de este municipio pasean a sus anchas enormes chuchos (un tipo de raya) que suelen dejar con la boca abierta a los submarinistas que no están acostumbrados a verlos. Son tan grandes que pueden cubrir por completo a una persona. Además, anda por ahí una tortuga y hay hasta un barco hundido, conocido como El condecito.
Los Gigantes
Sin salir del Sur, en Los Gigantes, hay otra inmersión en la que los submarinistas se adentran a una cueva que tiene el aspecto de un cerebro y, además, el paisaje está lleno de luces y sombras.
Aunque se puede bucear en bastantes lugares alrededor de la Isla, Isidro Moles no duda en elegir el norte para practicar este deporte. Las condiciones meteorológicas son más duras que las del sur, pero el paisaje submarino es más rico y extraordinario, de pura roca volcánica. No obstante, hay un problema en el norte: el erizo de lima, una especie invasiva no autóctona, está acabando con todas las algas y, para su tranquilidad, las únicas especies que podrían matar al erizo de lima están en extinción.
Pero, al margen de este problema, el norte es una aventura para submarinistas como Moles, que buscan la emoción, pero también la tranquilidad que sólo ofrecen las zonas alejadas del turismo de sol y playa.
La variedad que tiene Tenerife en cuanto a inmersiones es amplia. No sólo están las que se hacen mar adentro, con embarcaciones, sino también las que pueden realizarse desde la costa, de fácil acceso. Es el caso del mar de Tabaiba y Radazul, dos lugares donde también se imparten cursos para iniciados y sus fondos guardan alguna que otra sorpresa, como un barco hundido en Tabaiba.
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