Las cajas con oro y plata fueron tiradas al mar y despertó el pillaje

El armador pagó 1.400 ducados a quienes buscaron para él las cajas perdidas

Archivo adjunto 7618

Víctima del temporal o del afán de eludir a la Casa de Contratación, lo cierto es que el San Medel y Celdón sufrió un naufragio que tuvo un excesivo costo, según los datos que obran en el Archivo de Indias sobre el proceso que se siguió en la Casa de Contratación. Aquella nao del siglo XVI perecería en nuestras costas a pesar de contar con un porte de 180 toneladas, lo que fue sin duda un rico pastel para todos los que acudieron del entorno, aunque algo pudo recuperar su armador. En su desesperado intento de refugiarse en la barra del Rompido, acabó atrapado por las arenas de la flecha. En esta dramática jornada, los tripulantes lanzaron cajas de oro y plata en bruto que traían de Nueva España, así como toda la artillería, con el objeto de aligerar el barco y así disminuir su calado. Así intentaron que la mayor parte de la tripulación sobreviviese, pero aún así se ahogaron 20 hombres, según las fuentes documentales.

El naufragio llevó luego a un hecho que era muy habitual en las costas cuando un barco de estas características naufragaba o embarrancaba. El saqueo era sistemático por parte de los habitantes de Cartaya, Lepe y la actual Punta Umbría, señalando las fuente que incluso vino gente de Huelva a rapiñar lo que pudieron. Por su parte, el armador, Bartolomé Soltero, abonó a Juan de Herrera 1.400 ducados por los días que se ocupó junto con sus hijos para rescatar las cajas que fueron lanzadas al agua durante el temporal.

Estos saqueos incluyeron, según el inspector de la Casa de Contratación, Francisco Tello, "los restos de la carga, los pertrechos del barco, las joyas y ropas de los cadáveres y la propia madera del barco". Será por ello por lo que hoy no aparezca ningún resto del barco si llegaron a llevarse hasta la misma madera del navío; pero habría que pensar que algún resto podría encontrase aún hundido porque sería de difícil expolio, además de aquellos que las mismas aguas de la barra llegaron a tragarse.

Hasta ahora, nada se ha encontrado cerca de cinco siglos después. La riada de personas que acudieron hasta la costa de El Portil propició un saqueo masivo del San Medel y Celedón, lo que también facilitó la escasa atención puesta por las autoridades de la zona.

Al menos, eso es lo que dice el inspector Francisco Tello, quien deja patente su queja en el proceso penal que la colaboración de la justicia local fue muy tibia en comparación con la actuación de los oficiales de la Casa de Contratación.

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