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Buceo desde playa.
Aunque actualmente la mayoría de las inmersiones se realizan desde embarcación también hay algunas interesantes a las que se puede acceder desde la playa. Éstas son en principio sencillas, pero conviene tener en cuenta algunos aspectos para que nada falle.
En algunas ocasiones “salir desde playa” puede ser una buena opción para nuestra jornada de buceo. Estas inmersiones “de infantería”, que en un principio parecen no presentar dificultad alguna requieren sin embargo que tengamos presentes algunos aspectos sin los cuales la cuestión se nos puede complicar innecesariamente. La boya de señalización es un elemento imprescindible en el equipo “de playa”.
El lugar adecuado.
Buen acceso, fondo interesante y seguridad son los aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de elegir el lugar para bucear desde playa.
En cuanto al lugar de buceo los mejores suelen resultar las playas con zonas de rocas cercanas a la arena para reducir al mínimo la navegación tanto de ida como de vuelta.
Otro punto importante es que la playa en cuestión tenga un buen acceso y que podamos aparcar el coche no muy lejos de ella. Todos sabemos de sobra lo que pesa el equipo y es obvio que hay que llevarlo “a lomos” hasta el punto de entrada en el agua.
Y en cuanto a la seguridad antes de sacar nada del coche lo primero que hemos de hacer al llegar al lugar predeterminado es evaluar el estado de la mar. No hace falta decir que si el oleaje es tan solo medianamente fuerte tendremos que dejar el buceo para mejor ocasión.
Y si todos los del grupo se van a meter en el agua no olvidéis un recipiente estanco de pequeño tamaño para meter las llaves del coche que amarraremos bien al chaleco. Una vez montado hay que dejar el equipo tumbado sobre la botella con los reguladores lo más lejos posible de la arena.
A equiparse.
La playa es por definición un lugar constituido principalmente, además de por turistas, hamacas, sombrillas y demás, por el enemigo número uno del equipo de buceo: la arena.
Los granitos que otrora fueron rocas o conchas de diversos animales son ahora un claro peligro para nuestros cachivaches submarinos. Unos pocos de ellos, hábilmente introducidos en el regulador, por ejemplo, son suficientes para amargarnos nuestro día de buceo costero.
Por ello es conveniente extremar las precauciones a la hora de dejar el equipo en el suelo, colocárselo etc. Una toalla o esterilla es un buen lugar para dejar todo mientras nos preparamos.
Cuando ya tengamos montado el chaleco y regulador en la botella, y mientras nos vestimos, es conveniente dejar el conjunto tumbado sobre la botella con el chaleco hacia arriba y con los reguladores sobre él, lo más lejos posible de la dichosa arena. Para ponérselo la ayuda del compañero resulta lo más cómodo y hay que tener buen cuidado de no arrastrar el regulador, y/o el sufrido y muchas veces olvidado octopus, a fin de no llenarlos de arena, que luego ésta servirá de aperitivo, un tanto molesto por cierto, al hacer la primera aspiración.
Al agua.
Ya equipados y a falta de las aletas, que llevaremos en la mano, llegó el momento de entrar en el agua.
Esta es, en mi opinión, la mejor solución de entrar, andando y sin ponerse las aletas hasta que el agua nos cubra más arriba de la cintura.
Una vez con el agua casi al cuello resulta más fácil ponerse las aletas, sobre todo si nos apoyamos en el compañero. Sólo si hay algo de oleaje puede resultar mejor ponerse las aletas en la orilla y entrar caminando de espaldas. Un regulador en la arena es una fuente segura de problemas...y malos tragos.
Bien señalizados.
Para la aproximación al punto elegido debemos evitar a toda costa zonas muy transitadas o acotadas para la navegación por el peligro que representan las embarcaciones, tablas de windsurf, motos acuáticas y demás armatostes flotantes.
Pero además de esto un elemento que no se nos puede olvidar es la boya de señalización con su correspondiente bandera, que ha de estar siempre cerca de donde nos encontramos buceando.
Para llevarla sin que de mucho la lata lo mejor es hacerlo con el cabo atado a un plomo de unos dos kilos, de esta forma podremos transportarla sin mucha dificultad y se quedará donde la pongamos. Lo de llevarla tirando del cabo constantemente con la mano es un auténtico incordio y por supuesto en ningún caso es buena idea atarla a alguna parte de nuestro equipo, esto sólo será fuente de enredos y molestias que, incluso pueden resultar peligrosas. No hagamos esfuerzos inútiles, para ponerse el equipo, lo mejor, el compañero.
Se acabó.
Si hay aire es más cómodo volver sumergidos pero para ello hemos de estar seguros de estar en el camino correcto la brújula puede ayudar e incluso las rizaduras de la propia arena (siempre paralelas a la costa) y la propia pendiente suelen resultar una buena indicación.
Una vez hacemos pie nos despojamos de las aletas y salimos andando.
Al desequiparnos es, si cabe, más importante poner atención en mantener los elementos más delicados del equipo lejos de la arena ya que, al estar mojados, ésta se pegara aún con más facilidad. Por ello también es conveniente que el “endulzado” sea muy meticuloso para que no queden restos de arena en ningún lado.
Bucear desde playa añade algunas incomodidades pero a cambio se puede disfrutar de inmersiones tranquilas, más a “nuestro aire”, sin horarios fijos ni barcos atestados, en las que además siempre podemos encontrar alguna especie animal propia de estos hábitats y que son muy difíciles de ver en las buceadas habituales.
Entrar andando con las aletas en la mano, hasta que el agua nos cubra a medio cuerpo y allí ponerse las aletas y ¡al agua!.