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tortuga boba
La tortuga boba sufre serias amenazas en su estancia en el Mediterraneo (05-02-2007)
(ABC) Gran parte de las tortugas marinas que habitan en el Mediterráneo procede de las playas de Estados Unidos y del Caribe. Después de abandonar sus huevos, estos reptiles inician una larga travesía por el Atlántico que los trae a nuestras costas, para no volver a sus lugares de origen hasta alcanzar la edad adulta y reproductiva.
Pero a lo largo de su estancia en aguas mediterráneas, los animales están sufriendo serias amenazas que provocan que su población se encuentre en retroceso y, según los expertos, corra el riesgo de extinguirse si las administraciones no toman medidas para invertir la situación.
Para la tortuga boba, la más común en el Mediterráneo, un ejemplar que mide un metro de largo y pesa unos 90 kilos, la pesca de palangre en superficie constituye una de las principales amenazas, seguida de la destrucción de las playas donde colocan sus huevos, la contaminación de las aguas, la falta de alimentos a causa de la pesca incontrolada y de los efectos de las hélices de las embarcaciones.
Los expertos calculan que el número de tortugas marinas capturadas involuntariamente cada año por los pesqueros de palangre, sólo en el Mediterráneo noroccidental, es de unas 15.000, de las que entre el 30 y el 40 por ciento muere al instante o en las semanas siguientes a la captura, ya que la mayoría son devueltas al agua después de la captura con el anzuelo todavía clavado en la boca o en el esófago. Otra práctica pesquera, la de arrastre, provoca la captura, sólo en Cataluña, de unas 400 tortugas al año.
Preocupación general
La magnitud del problema no ha dejado indiferente a la comunidad científica internacional, a las asociaciones ecologistas y a los propios pescadores de palangre, que ven como a menudo se les considera los malos de la película. En este sentido, miembros de los tres colectivos se reunieron en el Museo de la Ciencia de Barcelona para debatir las posibles soluciones a la situación, calificada por los expertos como un problema de la biología marina.
Juan Antonio Camiñas, director del Centro Oceanográfico de Málaga, adscrito al Instituto Español de Oceanografía, destacó en la reunión la colaboración de los pescadores de palangre en superficie desde los años setenta. Para el biólogo, las administraciones, periodistas y organizaciones no gubernamentales cometen un grave error al hablar de la pesca de palangre en superficie como de un problema.
Xavier Pastor, vicepresidente de la asociación ecologista Oceana Europa, aseguró que los pescadores de palangre llevan «doscientos años» colaborando con las organizaciones conservacionistas, cosa que no ocurre con otras flotas, como las de los pescadores de arrastre, quienes «niegan continuamente» que su actividad esté generando un peligro biológico.
Desde hace unos años la pesca de palangre está implantando medidas para reducir sus efectos mortíferos sobre las tortugas marinas. Un ejemplo es la introducción del anzuelo circular. En Estados Unidos, país donde las flotas de pescadores reciben muchas presiones por parte de las organizaciones ecologistas, éstas están promoviendo desde hace unos años el uso del anzuelo circular, más seguro que el de forma de «J».
Anzuelos circulares
Mientras que con los anzuelos tradicionales las tortugas pueden tragárselos o quedar enganchadas en ellos, con la consiguiente asfixia o sangrado interno, los anzuelos circulares, en forma de «G», reducen, según los que los defienden, las posibilidades de que las tortugas se los traguen, y resulta más fácil soltarlos cuando se enganchan. Por el momento, todo son sospechas, ya que los científicos no tienen claras cuáles son las lesiones exactas que puede ocasionar a las tortugas este tipo de anzuelos.
En este sentido, la veterinaria Mari Luz Parga, responsable de la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM), está participando desde principios de año en un proyecto internacional, en el que veterinarios especializados acompañan a los pescadores de palangre para estudiar «in situ» los efectos que los anzuelos circulares pueden ocasionar a los reptiles.
Otra posible solución que se puso sobre la mesa en la reunión de Barcelona es la de cambiar la pota, un cefalópodo considerado un auténtico manjar para las tortugas marinas, por un cebo menos atractivo, como el estornino, lo que dejaría de atraer a las tortugas al anzuelo. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, actuaciones como el cambio en la forma de los anzuelos tradicionales y el uso de una carnada diferente podrían reducir hasta en un 90 por ciento el número de tortugas marinas que mueren al quedar enganchadas accidentalmente en las redes de la pesca con palangre.
EE.UU. está considerado un país ejemplar en cuanto a la elaboración de una legislación en favor de la situación de las tortugas marinas. En Europa, en cambio, la comunidad científica lamenta que las administraciones «no hagan nada» para solucionar el problema de estos animales. Para Ricardo Sagarminaga, coordinador general de la Sociedad Española de Cetáceos, en el viejo continente hace falta una gestión del recurso «con el fin de que se pare de pescar cuando se tiene que parar de pescar».
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Esperemos que tantas reuniones sirvan para que en un futuro no tengamos que preocuparnos de estos bellos animales..y que la noticia sea que cada semana veamos alguna en nuestras inmersiones.