Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
Hoy hace un día de perros en Mallorca, así que en lugar de ir a bucear me he sentado a escribiros otro relato verídico.
Un saludo
Toni
Recibimos una llamada de un hotel para reservarnos una excursión de snorkelling. El recepcionista nos informó –con un poco de guasa sospechosa- que era un grupo de doce chicas y querían hacerla juntas.
Perfecto: el barco estaba despachado para doce personas más el patrón. Concretamos la reserva para cuatro o cinco días más tarde, el primer día que teníamos unas horas sin ninguna otra reserva.
Lo primero que pensé es que el patrón se pondría muy contento al enterarse de que tendría un grupo de doce chicas para él solito.
Cuando llegó el día acordado enviamos dos furgonetas a recogerlas al hotel. Resultó ser uno de los grupos más alegres y encantador que hemos tenido nunca: Doce jóvenes negras de Estados Unidos –o para utilizar el eufemismo políticamente más correcto- afroamericanas.
Todas ellas peinaban cientos de trencitas afro pegadas al cráneo y todas ellas lucían con orgullo y sin complejos el efecto de años de abuso desmedido de restaurantes de esos donde se paga antes de que te sirvan.
Se repartieron entre las dos furgonetas y comenzamos el camino hacia el centro. Las furgonetas están equipadas con radios para comunicarse entre ellas, con el barco y con la oficina, y en un momento dado, se oyó desde el vehículo que yo conducía unos compases de música gospel proveniente de la otra furgoneta. En ese momento todas las chicas de mi vehículo empezaron a tocar palmas y a cantar a varias voces. Desde el principio fue evidente que eso era el vínculo que las unía: eran un coro de música espiritual afroamericana pertenecientes a una parroquia presbiteriana, y la verdad es que muy bueno.
Durante los quince minutos que duró el trayecto no pararon de cantar y cuando llegamos al centro el personal estaba esperando fuera con la boca abierta ya que habíamos transmitido todo el concierto por la radio.
Equiparlas fue un problema. Ya durante el trayecto era lo que más me preocupaba. Tenemos unos cincuenta trajes de todas las tallas, incluídas las más grandes de las estándar: la 5 y la 6, y varios trajes de tallas 7 y 8 hechos especialmente para nosotros por el fabricante, para cubrir las necesidades de los clientes XXL.
Lo que no podíamos prever era que necesitaríamos al mismo tiempo doce trajes de la talla 7 y 8.
Recurrimos al almacén donde rescatamos alguno trajes que ya habíamos retirado por haber llegado al final de si vida útil y con un poco de buena voluntad, muchas risas y dos litros de gel de baño a modo de lubricante conseguimos embutir a todas aquellas simpáticas artistas.
Cada una sacó de su bolso y se puso un gorro de baño de látex para proteger sus sofisticados peinados: el más simple de los doce gorros era un festival de colores chillones con florones y motivos decorativos de lo más escandalosos.
Cuando esas doce cabezas floridas se sentaron frente a mí en tres hileras de cuatro sillas para recibir el briefing de la excursión no tuve más remedio que pensar que no era exactamente aquello lo que me imaginé que tendría que hacer cuando años atrás decidí montar un centro de buceo.
Después de la explicación llegó el patrón para acompañarlas al barco. El hombre miraba al ramillete de clientas en sus neoprenos y me miraba a mí, y volvía a mirarlas y me volvía a mirar a mí, así una docena de veces hasta que le dije: “SON TUS CLIENTAS DE HOY, y están listas, así que adelante”.
Nuestro patrón es además instructor de buceo y un gran profesional con muchísimos años de experiencia y que ha visto de todo, así que tras el breve lapsus volvió a su papel y le dijo a las chicas: ¡Estupendo, acompañadme al barco!
El paseo de cincuenta metros que separa el centro del barco despertó más expectación que si hubieran pasado los del día del orgullo gay.
Mientras que la fila de alegres y orondas negritas de cabeza floreada desfilaba contoneándose en fila india enfundadas en neopreno y cantando gospel, la gente se quedaba congelada mirando sin mover ni un músculo: en las terrazas los camareros se quedaban con las cervezas en la mano si llegar a ponerlas en las mesas, los clientes con la boca abierta a punto de morder un bocadillo pero sin llegar a morderlo, los coches parados…hasta los pescadores del puerto, gente hosca y cerrada por naturaleza, que nunca miran a los turistas, dejaban las redes que cosían o los cajones de pescado que descargaban durante un instante para ver pasar a la tan vistosa comitiva.
El trayecto en barco duró el doble de lo habitual. Cada vez que el patrón daba un poco de gas las chicas gritaban de pavor abrazadas unas a otras mientras se santiguaban frenéticamente repetidas veces.
El patrón eligió una cala muy protegida que parecía más bien una piscina, con agua clara y como un espejo y poca profundidad para que el grupo –evidentemente poco dado a la actividad física- no encontrara ninguna dificultad al poder ponerse de pie en el fondo cuando quisieran.
Cuando el barco fondeó, se informó a las chicas que a partir de entonces tenían una hora para hacer snorkelling dentro de la cala y que al cabo de la hora se les llamaría con la bocina del barco.
Pero primero tenían que merendar: sacaron varias cajas de donuts de chocolate, bollos de crema y otras numerosas vituallas generosas en grasas transgénicas polisaturadas (si eso existe) con las que estuvieron entretenidas los primeros veinte minutos.
Después de reponer fuerzas llegó la hora de hacer snorkelling así que se pusieron de rodillas y se cogieron las manos en círculo mirando al suelo para rezar y pedir protección a las entes divinas.
Una por una decían sus plegarias mientras las otras coreaban ¡Amén Aleluya!
-Señor, protégenos con tu infinita sabiduría de morir ahogadas bajo las olas.
“Amén, aleluya”
-Señor, protégenos con tu divina bondad de perecer devoradas por las criaturas marinas.
“Amén, aleluya”
-Señor, haz que tu divina misericordia nos conceda llegar sanas y salvas de nuevo al puerto para poder seguir cantando tus bondades.
“Amén, aleluya”
-Señor, ilumina a este capitán tan guapo para que nos socorra si tenemos un desvanecimiento debido a agotamiento físico o corte de digestión.
“Amén, aleluya”
El patrón, desde arriba, veía ese anillo de cabezas unidas como una corona de flores de carnaval y miraba el reloj -ya habían transcurrido treinta y cinco minutos de la excursión- sabiendo que no podría alargarla mucho más porque había otro grupo en ese momento siendo equipado para la siguiente salida.
Como colofón a las plegarias, ya de pie, empezó el gospel: de nuevo palmas, cantos a tres voces y contoneos a compás mientras miraban al cielo agitando los brazos.
El patrón empezó a preocuparse seriamente por la estabilidad del barco, más teniendo en cuenta que la línea de flotación ese día estaba bastantes centímetros por encima que con los grupos habituales
Así que amablemente las invitó a seguir cantando sentadas o a irse al agua a aprovechar los últimos diez minutos de snorkelling.
Mientras tanto la gente de la cala se concentraba de pie en la orilla para ver qué pasaba en aquel barco de locos; alguno con prismáticos informaba a los demás de los detalles.
Ninguna quería ser la primera en entrar en el agua, todas se decían: “No, entra tú y yo voy después” “No seas tonta, ve que ahora mismito voy yo”
Al final se pusieron las máscaras y las aletas se pusieron de acuerdo para entrar todas al mismo tiempo después de que la líder del coro se metiera.
La líder del coro –mientras la sujetaban otras dos a ambos lados y el patrón la esperaba en el agua con un flotador de esos tipo “baywatch”- consiguió meter en el agua la mitad de una aleta tras lo cual se salió a comerse un donut.
Llegó el final de la hora y 15 minutos de propina y el patrón anunció que muy a su pesar tenía que volver a puerto ya que había otro grupo esperando, a lo que todas respondieron: Sí por favor, ¡Alabado sea Dios!” y empezaron de nuevo a cantar.
El barco llegó a puerto despacito, las chicas se dirigieron al centro con sus neoprenos secos y sus gorros de baño y cuando les preguntamos qué tal había ido la experiencia habló la líder:
“Muy bien, fantástico: ninguna habíamos hecho snorkelling antes, ¡Nos ha encantado! ¡Y yo soy la que más tiempo ha estado en el agua!”
Si has llegado hasta el final y te ha gustado puedes leer toda la serie de relatos en mi blog: http://albatros-diving.blogspot.com/
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
La verdad que es para quedarse "ojiplatico" cuanto menos.
Saludos desde Inca.
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
jejeje, muchas gracias Toni. Me están gustando mucho tus crónicas sobre los bichos raros en el buceo.
Ya estoy a la espera de la próxima.
Un saludo.
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
la guinda del pastel hubiese sido
UNA FOTO
menuda publicidad
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
:007::007::012::012::012::066::066:
yo quiero trabajar contigo............. Me parto ,me partoooo
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
Juajuajuaaaaaaasssssss
Yo canto en un coro de Gospel!!! Jajajajajaja :077::077::077::077::077::077::077::077::077::077: :077::077::077::077::077::077::077:
Se lo explicaré a mis compañeros jojojojojojo.
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
jajajajajajajajaja esto es de locos!!!!! son las cosa que uno ve en los centros de buceo. jajajajajajaja.
Definitivamente debes publicar una recopilación de las anecdotas. Yo la compraria y las compartiria con los instructores amigos.
Que buen trabajo! Sigue asi!
Re: Bichos raros en el buceo. 6ª ENTREGA: LAS CHICAS DEL CORO
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJ, QUE VA QUE VA!!! NO se me borrará en la vida la imagen que me acabo de crear de la fila del club al barco xDDDD