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Semidan
10th August 2008, 09:53
Hola a todos. Me llamo Nicolás y tengo 15 años. Vivo en Gran Canaria y no hace mucho que empecé a practicar este deporte. Mi afición al mar y el vivir en una isla incentivaron aún más mis ganas de probar nuevas SENSACIONES bajo el mar. Con tubo o botella, con aletas o sin ellas, armado con mi cámara o únicamente con mis ojos, intento cada vez que puedo, darme una escapada al gran azul.

Estas que os cuento a continuación son mis pequeñas historias de buceo. Mejor o peor contadas, espero que les hagan recordar sus maravillosos primeros momentos en esta fantástica afición que nos une.


Una última inmersión para recordarte
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Hace cinco meses o más que no buceo, tengo muchas ganas de cambiar esto hoy, por ello he intentado por todos mis medios bucear. Tras poder ahorrar esos treinta y seis euros que me hacen falta para ello, y después de mucha dedicación intentando convencer a mi padre de que retornada de vuelta al mar, que tanto me apasiona, conseguí que decidiera hacer lo propio, y bucear.

Hoy es treinta y uno de julio, hace poco más de tres semanas que cumplí mi decimosexto cumpleaños, y hace poco más de dos meses que mi abuelo falleció, esta será mi primera inmersión desde su muerte. Y la espero impaciente. Deseo recordar esos momentos tan maravillosos de cuando buceaba y él vivía, todo a la vez. Tan solo tengo que sumergirme en mis pensamientos, y estos en el mar.

Es tarde e comparación con otros días, en que hace falta levantarse a las seis para llegar a recoger el equipo, hoy he desayunado, incluso he dormido un poco más después de la comida, son ya las 12 y vamos hacia la tienda con intención de recoger mi equipo y las botellas. Espero impaciente poder disfrutar de ese olor a neopreno, singular de la tienda de Oli, particular en mi vida y tan apreciado por mí.

Deseaba, sin mucho convencimiento de esto, de que fuéramos a Sardina, ya que la inmersión es más fácil, y se bajan menos metros. Cosa que me agrada sabiendo el tiempo que llevo inactivo.

Entramos en la tienda, otra dimensión dentro del propio mundo, allí hay una pareja de buzos hablando con Oli y su mujer, éstos y su maravillosa criatura. Mientras esperamos llegan los compañeros de buceo, conocidos de vista, y todos muy simpáticos y amables. Es un ambiente tan apacible que simplemente te meces en él y te dejas llevar.

Cogemos el equipo, lo reviso, y salimos a buscar mi seguro y carné, olvidados en mi mesa de noche con las prisas y la emoción. Cogidos y con víveres partimos hacia Sardina, lo había olvidado comentar, vamos a Sardina, que emoción al oirlo, me encanta Sardina, allí me bauticé, que más puedo decir. Sus aguas me esperaban, y yo impaciente a ellas también.

Como el primer día nos perdimos, alegría por ver más cosas desconocidas, y tristeza e impaciencia por tardar en llegar a tan ansiada cita. Al final recobramos la dirección hacia Gáldar, hacia Sardina, hacia el mar...

Llegamos, estamos allí. Que visión más preciosa la del muelle, la playa, el restaurante, la gente, los pescadores, las barcas... el mar, indescriptible con palabras, que cúmulo más bonito de sensaciones que surgían del estómago para terminar en la nuca.

Nos encontramos con Oli, y con él nos dirigimos al restaurante a tomar algo y hablar antes de la inmersión. Mi padre se queda en el coche preparando algunas cosas y llamando a mi madre, que, preocupada, le gusta que la informemos de cuando entramos y salimos del agua. Mientras, yo observo y escucho las conversaciones de mis compañeros, que desprenden sabiduría con cada palabra que pronuncian. Ya es la hora, toca equiparse.

Vamos todos hacia nuestros respectivos coches, algunos siguen hablando, pero yo me conozco a mí y a mi lentitud, se que si no empiezo de los primeros me tendrán que esperar, y por consiguiente a mi padre.

Empiezo a montar la botella, tengo alguna dificultada dada mi escasa práctica y mi tiempo de inactividad, mi padre me ayuda. Con el resto no tengo problema, es más, me encanta. Sobre todo el traje, cuando lo llevo puesto parezco algo que me encanta ser, un buceador. La lástima es que nunca me acuerde de llevar una cámara, siempre me han gustado las fotos, y es una pena no aprovechar las escasas escapadas para sacar alguna.

Con el equipo ya puesto nos dirigimos hacia las escaleras, ese paso que une la tierra y el mar y que nos brinda la oportunidad de seguirlas, y de adentrarnos en otro mundo, uno quizás más tranquilo, del que provenimos.

Mi padre y mi instructor me ayudan con lo último, aletas y gafas. Al agua se ha dicho. Allí limpio mejor las gafas y me las pongo, y desde allí observo las escaleras, y la gente que siempre hay allí.

Estamos todos, toca ir bajando. Solo queda dejar el aire de los chalecos donde debiera estar más arriba de donde queremos ir. Bajamos, a partir de ahora ya no hay viento que nos moleste, ya no hay tanto peso como de donde provenimos, ya no hay personas, ya no se las oyen... Ahora todo es más grande, más cercano, más azul que de costumbre, significa que nos adentramos en lo desconocido, en las profundidades.

En toda inmersión siempre he intentado controlar la flotabilidad, no pasar frío no moviendo mucho los brazos, no respirar demasiado; en esta ocasión, solo he intentado disfrutar, y en este caso, recordar.

Que se puede decir de cómo se pasa bajo el mar, casi nada por medio de palabras o letras, hay que vivirlo. Si puedo decir que vi lo más maravilloso que podía hacer visto desde hace ya mucho, y que lo quiero volver a repetir, y no con tanto tiempo entre felicidad y felicidad. Ahora hecho de menos a Pedro, Anatolia, Sol, Irene... Ellos también me acompañaron en el principio de mi aventura y me ayudaron mucho. Dentro de poco, cuando consiga bucear, que no chapotear bajo el agua, puede que les regale una bonita inmersión, de la que quiero hacerles partícipes.


Este relato va dedicado a mi difunto abuelo, el cuál hecho mucho de menos, y del cuál no me voy a poder olvidar. Está dedicado a Sol, a Anatolia, a Pedro a Irene, a todos ellos, porque tampoco los olvidaré. Espero que les haya gustado mi relato, como espero que entiendan que aunque no venga al caso, no podía dejar de mentar a mi abuelo, a mi maestro. Un gran abrazo.


Para cualquier cosa mi Messenger es nicotelde@hotmail.com Me gustaría compartir SENSACIONES y experiencias con vosotros. Muchas gracias por la atención prestada. Hasta la siguente historia. Un Saludo, Nico.

scubayoyo
10th August 2008, 22:11
Muy bonita la historia, y siento mucho lo de tu abuelo...... ánimo y a seguir buceando, que estas en una isla maravillosa..... saludos desde la isla de enfrente. :wink:

Semidan
11th August 2008, 03:41
Gracias amigo, espero que si que te haya gustado la historia. :smile:

Un saludo.
Nico.

jaribas
11th August 2008, 07:20
Hola Nico.. como siempre.. en tus relatos muestras las SENSACIONES que siempre comento, y en esta supongo que con el añadido personal y familiar que expresas.
Siento lo de tu abuelo y gracias por el relato.

Semidan
11th August 2008, 09:50
Gracias Ángel, como siempre gracias por tu apoyo. Espero que la siguiente esté un poco más currada.

Un saludo.
Nico.

orusito
11th August 2008, 18:19
Hola, Nico...
En primer lugar felicitarte por la narración,,llega un poquito "adentro",,,,
Siento lo de tu abuelo, a mi tmb me paso parecido, más o menos a tu edad, y se lo que significa, cuando quieres tanto a una persona.....
Pero bueno, cambiando un poco de sentimientos, espero que sean muy buenas "sensaciones" las que sigas teniendo con el buceado a medida que vayas buceando,,,,
-Que ahorres pronto tus "36" eurillos para la siguiente...
Animo..

Un fuerte abrazo!!!

Semidan
11th August 2008, 21:40
Gracias Orusito, es cierto. Pues ya tengo algo ahorrado, cada vez falta menos para la siguiente, :smile:

Un saludo.
Nico.