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Ver la versión completa : CO2, el gas olvidado



jaribas
10th February 2007, 23:18
Seguramente cualquier buzo conozca en mayor o menor medida los efectos de la presión sobre gases como el nitrógeno o el oxígeno en el cuerpo humano. Todos han aprendido en sus cursos las graves consecuencias que pueden llegar a derivarse del fenómeno de la narcosis nitrogénica o de los ataques derivados de la hiperoxia, ocasionados por la alta presión parcial del oxígeno. Sin embargo, y lamentablemente una abrumadora mayoría, conoce muy poco sobre el gas que nos ocupa, y por ende no consideran sus efectos.

Parte de responsabilidad por este desconocimiento se debe a las propias escuelas e instructores, que en sus programas de entrenamiento destacan la importancia del nitrógeno y del oxígeno y sólo hacen meras referencias al dióxido de carbono. Esta “discriminación” se da asimismo en el campo de la investigación, debido a que la mayor parte del esfuerzo se invierte en desentrañar los secretos que aún guardan el nitrógeno y el oxígeno.

Sin embargo, hoy en día cada vez más investigadores estan empezando a estudiar al dióxido de carbono con más atención; tanto es así que existe consenso generalizado en que este gas se encuentra involucrado de alguna forma aún no determinada en estas reacciones negativas. De hecho, hoy se cree que el dióxido de carbono ha sido responsable directo de fatalidades en buceo, por lo que se lo ha apodado el “gas negro”.
El principal problema que representa el Co2 no es su alta presión parcial, debido a que el mismo se encuentra en el aire en muy pequeñas proporciones (se calcula que representa sólo el 0,03 %), sino su retención.

¿Por qué la retención del Co2 es un problema?

Ya en el año 1878 el fisiólogo Paul Bert demostró autointoxicación de animales por su propio dióxido de carbono en ambientes super oxigenados. El estaba advertido también sobre la posible conexión entre este gas y la toxicidad del oxígeno. Asimismo el investigador suizo Hans Keller sugirió que el principal causante de la embriaguez de las profundidades (narcosis) es el Co2 y no el nitrógeno. Si bien no existe consenso absoluto sobre ninguna de las teorías que se han postulado, los científicos coinciden en algo: la retención del dióxido de carbono es un factor determinante en la aparición de la toxicidad por oxígeno y por nitrógeno. En un estudio realizado en el año 1952 por la NEDU (Navy Experimental Diving Unit) se demostró que el exceso de Co2 incrementa el flujo sanguíneo hacia el cerebro, aumentando de esta forma la dosis de oxígeno y nitrógeno. Además se sospecha que este gas se encuentra implicado en la enfermedad descompresiva y en incidentes de confusión y pérdida de consciencia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los buzos de torpedo de la Real Marina Británica usando recirculadores de oxígeno se desmayaban en forma imprevista. El término “desmayo de poca profundidad” fue usado por primera vez en 1944 por H.B. Barlow y F.C. Mac Intosh para designar este fenómeno derivado de las altas concentraciones de Co2 o hipercapnia. Y fue llamado de “poca profundidad” porque los recirculadores de oxígeno no podían ser usados a más de 6 metros de profundidad. Debido a la profundidad se descartó al oxígeno como el responsable por los desmayos. El problema subsistió hasta que se mejoraron los extractores de Co2 en estos aparatos. El término “desmayo de poca profundidad” luego fue aplicado a la inconsciencia derivada de la baja presión de O2, o hipoxia, que sufren los apneístas, especialmente luego de una excesiva hiperventilación.
El régimen respiratorio es controlado por la presión arterial de oxígeno, la tensión de Co2, el PH, por reflejos en los pulmones y la pared del pecho y a traves del cerebro. Al faltar oxígeno en la mezcla respiratoria se impulsa el reflejo respiratorio. El Co2 es un estimulante respiratorio aún más profundo e influyente. Al elevarse la concentración de Co2 se incrementa en mayor medida la respiración y se reestablece su proporción.
Sin embargo esta respuesta natural tiene una gran variación entre los individuos. Algunas personas tienen una respuesta normal, pero otros tienen la excepcional capacidad para retener el Co2 por un largo período sin acusar el mencionado reflejo. En el estudio de la NEDU se demostró que existe una capacidad para aprender a tolerar las altas concentraciones de Co2 por acostumbramiento o adaptación, aunque esta característica es rara de encontrar, se da principalmente en buzos pesados o militares acostumbrados a arduas tareas.


Entonces... ¿Debemos los buzos deportivos preocuparnos por el Co2?

Absolutamente. El Co2 tambien puede afectarnos en nuestra actividad. Si bien es raro en la faz deportiva encontrar casos de desmayos debido a altas concentraciones de Co2; son my comunes entre los buzos deportivos los casos de dolores de cabeza después de alguna inmersión o serie de inmersiones.

El caso típico de la hipoventilación voluntaria es del buzo que, con miras a extender la duración de su botellón, realiza apneas prolongadas entre respiración y respiración. Esta causa se agrava asimismo por la falta de una completa exhalación del aire que se encuentra en los pulmones. Esta práctica, común en las primeras épocas del buceo deportivo, esta completamente desaconsejada hoy en día. Para evitar estos dolores entonces, se debe respirar en forma apropiada y profundamente, vaciando en forma completa nuestros pulmones al respirar. Si queremos conservar aire, existen otras formas que no ponen en peligro nuestra salud, como por ejemplo mantener un buen “trim” (o posición en la columna de agua), un buen manejo de la flotabilidad, etc.

Los casos de hipoventilación involuntaria son más variados, siendo los más comunes la falla del sistema de retención del dióxido de carbono en los equipos de recirculadores; trajes de neopreno muy ajustados, que impiden el normal movimiento respiratorio; y la respiración corta y agitada producida por algún esfuerzo físico. Los dos primeros casos son de fácil solución. El último, debido a un pobre estado físico del individuo requiere mayor esfuerzo. El buceo es una actividad altamente física y por tanto debemos estar preparados para afrontarla. Esto no significa convertirnos en superatletas, sino simplemente realizar actividades aeróbicas en forma más o menos cotidiana para mantener en forma nuestro corazón.

Gustavo Costa
Instructor de Buceo