SENSACIONES
12th June 2008, 09:28
Algunos animales como la lapa, el pepino de mar o un tipo de almeja "enorme" que vive en bosques marinos se encuentran en peligro de extinción en España, según Isabel Rey, zoóloga del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Rey ha explicado a Efe que cada vez hay menos ranas por los efectos del cambio climático y que muchas plantas como los narcisos están a punto de desaparecer de la Península Ibérica y deberían incluirse en "las listas rojas" de especies amenazadas.
La investigadora se encarga de la conservación de la colección de tejidos y ADN del Museo Nacional de Ciencias Naturales y esta semana ha impartido una conferencia en el centro sobre las 40.000 muestras de 22.000 especies distintas de animales que componen el conjunto.
Esta colección catalogada, única en España, supone un inventario al servicio de la comunidad científica de todo el mundo, especialmente de las universidades estadounidenses, que son las que más demandan estos materiales al museo para labores de investigación.
La muestra está compuesta, sobre todo, por sangre, pelos, uñas, excrementos y plumas de especies actuales de España, Sudamérica y África, y se espera que dentro de cien años pueda explicar el fenómeno del cambio climático, la evolución animal o las desforestaciones de nuestros días.
Rey trabaja actualmente en un proyecto que extrae el ADN fósil de muestras de camélidos (llamas, guanacos y vicuñas), recibidas directamente de Perú, que pertenecen a especies que datan de entre los siglos I y VI pertenecientes a la cultura moche, previa al imperio inca.
El ADN obtenido será devuelto al país andino para que allí lo comparen con muestras de ADN actual y puedan averiguar por qué estos animales viven ahora a 3.000 metros de altitud cuando en aquella época vivían a nivel del mar.
Las especies que llegan a la colección provienen de donaciones de científicos o de centros de recuperación de animales.
Las que más escasean en la muestra son precisamente las más comunes porque nadie las lleva a esos centros de recuperación y ningún científico las estudia, como insectos, ratones, pájaros (gorriones) o aves (la cigüeña blanca).
Los tejidos se conservan en congelación (a menos de 80 grados), en alcohol o por liofilización, que es un proceso de congelación y desecación al vacío que permite deshidratar completamente un producto.
Las medidas de seguridad son muy avanzadas e incluyen alarmas, un congelador para evacuar muestras y un sistema autógeno de energía por si se va la luz ya que "un apagón fastidiaría todo", según la investigadora.
Rey ha explicado a Efe que cada vez hay menos ranas por los efectos del cambio climático y que muchas plantas como los narcisos están a punto de desaparecer de la Península Ibérica y deberían incluirse en "las listas rojas" de especies amenazadas.
La investigadora se encarga de la conservación de la colección de tejidos y ADN del Museo Nacional de Ciencias Naturales y esta semana ha impartido una conferencia en el centro sobre las 40.000 muestras de 22.000 especies distintas de animales que componen el conjunto.
Esta colección catalogada, única en España, supone un inventario al servicio de la comunidad científica de todo el mundo, especialmente de las universidades estadounidenses, que son las que más demandan estos materiales al museo para labores de investigación.
La muestra está compuesta, sobre todo, por sangre, pelos, uñas, excrementos y plumas de especies actuales de España, Sudamérica y África, y se espera que dentro de cien años pueda explicar el fenómeno del cambio climático, la evolución animal o las desforestaciones de nuestros días.
Rey trabaja actualmente en un proyecto que extrae el ADN fósil de muestras de camélidos (llamas, guanacos y vicuñas), recibidas directamente de Perú, que pertenecen a especies que datan de entre los siglos I y VI pertenecientes a la cultura moche, previa al imperio inca.
El ADN obtenido será devuelto al país andino para que allí lo comparen con muestras de ADN actual y puedan averiguar por qué estos animales viven ahora a 3.000 metros de altitud cuando en aquella época vivían a nivel del mar.
Las especies que llegan a la colección provienen de donaciones de científicos o de centros de recuperación de animales.
Las que más escasean en la muestra son precisamente las más comunes porque nadie las lleva a esos centros de recuperación y ningún científico las estudia, como insectos, ratones, pájaros (gorriones) o aves (la cigüeña blanca).
Los tejidos se conservan en congelación (a menos de 80 grados), en alcohol o por liofilización, que es un proceso de congelación y desecación al vacío que permite deshidratar completamente un producto.
Las medidas de seguridad son muy avanzadas e incluyen alarmas, un congelador para evacuar muestras y un sistema autógeno de energía por si se va la luz ya que "un apagón fastidiaría todo", según la investigadora.