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jaribas
27th January 2007, 19:40
Un tesoro bajo el Estrecho
Británicos y estadounidenses buscan el botín de un barco hundido en 1694


EL PAIS

J. DEL PINO / C. ROMAGUERA | Washington / Algeciras
De los 500 marinos y soldados que viajaban en el barco, sólo dos se salvaron de morir en la odisea. El Sussex formaba parte de una flotilla británica enviada al Mediterráneo para frenar, también allí, la ambición expansionista de Luis XIV, el Rey Sol. El monarca, que disimulaba su baja estatura con tacones pero se consideraba elegido por Dios para liderar el mundo, convirtió a Francia en la gran potencia militar de Europa camino de su soñada supremacía universal.
Varios aliados de Londres, entre ellos España, usaron el Sussex como algo más que un barco de guerra: le dieron a su capitán un tesoro en monedas de oro y plata que pretendía servir para comprar la lealtad del duque de Savoy, el pequeño territorio en el sureste de Francia del que dependía la comunicación por tierra hacia París.
Pero el barco se hundió en el estrecho de Gibraltar. En 1694, una mala tormenta llevó al fondo del mar al buque con sus 500 hombres y sus 80 cañones. El cuerpo del almirante, sir Francis Wheeler, apareció en una playa de Gibraltar todavía vestido con una camisola de dormir. El tesoro, si existía, se perdió. El duque nunca recibió el dinero y con ello se disipó su frágil apoyo en contra de Francia, lo que en buena medida alteró el devenir de la historia posterior.
Documentos de los archivos británicos avalan la teoría de que el barco viajaba con un cargamento de un millón de libras esterlinas. Convertida a los parámetros actuales, la cantidad equivaldría a 10 toneladas de oro y 100 toneladas de plata, es decir, 4.600 millones de euros. Según el periódico The New York Times, una empresa de EE UU cree haber encontrado el lugar en el que está el cofre del tesoro: en España, en la zona comprendida entre la playa de Sotogrande, en San Roque (Cádiz) y Estepona (Málaga)


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La empresa Odyssey Marine Exploration, una compañía de Tampa (Florida) que trabaja con el Gobierno británico en la recuperación de restos arqueológicos, ya ha sacado a la superficie los primeros restos del Sussex. 'Estamos resucitando la historia', dice el director de operaciones de la compañía. Si el tesoro aparece se entenderá, efectivamente, un capítulo oscurecido hace 300 años. Pero también saldrá a la superficie una fortuna incomparable que desatará el inevitable debate sobre su propiedad.
¿Es el dinero de quien lo encuentra?, como pretende con cierta justicia la empresa privada que financia la búsqueda. ¿Es de quien lo puso en el barco -la Corona británica-, o de quien lo tiene quizá frente a sus costas -España-?
Con las técnicas y los artilugios modernos es relativamente sencillo recuperar restos de barcos hundidos en las últimas décadas e incluso remontarlos a la superficie. Pero es mucho más complicado -y costoso- cuando el fondo del mar ha tenido 300 años para desmembrar y enterrar los restos del naufragio. Si la excavación está a casi 800 metros de profundidad, como ocurre en este caso, incluso parece atrevido garantizar que el barco en cuestión sea el Sussex. Sin embargo, el Ministerio de Defensa británico está convencido de que los restos recuperados pertenecen a ese navío histórico.
Pero los trabajos que la firma americana llevó a cabo a finales del pasado año en las aguas españolas donde se encontró la fragata han provocado cierto malestar entre los responsables de la Junta de Andalucía, que reclamaron una explicación del Gobierno sobre las labores que se estaban realizando en la costa andaluza. El conflicto entre las administraciones central y autonómica se inició cuando agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil solicitaron a los científicos americanos los permisos para poder realizar los trabajos que venían ejecutando en aguas españolas para intentar reflotar el tesoro del Sussex. Al comprobar los agentes que los técnicos americanos poseían toda la documentación pertinente, remitida por el Gobierno español, la Junta de Andalucía mostró su malestar al no haber sido informada del hallazgo del barco. Finalmente, el enfrentamiento se saldó con una disculpa.
Odyssey se conforma con poder montar un museo de restos arqueológicos y explotar de alguna manera los derechos de imagen del hallazgo. El Reino Unido se quedaría con todo lo que fuera económicamente valioso o históricamente apreciable. Pero, de momento, los robots submarinos todavía no han encontrado el cofre del tesoro.