jaribas
16th November 2007, 06:30
Han tenido que pasar cuatro años de estudio para demostrar la existencia de una especie de manatí enano hasta ahora desconocida. Se trata del Trichechus Bernardi, Prince Bernhard’s dwarf manatee en inglés, o manatí enano del Brasil en español.
http://www.sensaciones.org/noticias/537.jpg
La historia del descubrimiento empezó en 2003 cuando Marc van Roosmalen, un holandés nacionalizado brasileño, científico y biólogo que lleva toda su vida investigando en el Sistema del Amazonas, encontró el cadáver medio descompuesto de una hembra de manatí, que le sorprendió por su oscuro pelaje, pequeño cuerpo y claros rasgos de adulto.
El controvertido defensor de la Amazonia, famoso por haber descubierto otras especies animales en la selva, tuvo que esperar unos años hasta encontrar otra hembra, conseguir capturarla y mantenerla durante cuatro meses en un enorme corral que fabricaron en su propio hábitat para estudiarla. Aparte de su observación y estudio en las condiciones más naturales posibles para la hembra, el objetivo de mantenerla en el entorno “como reclamo” a la espera de que aparecieran otros miembros de la especie.
Pero el confinamiento solo ha servido para estudiar e parte sus costumbres, ya que no tuvo visitas y solo al soltarla (monitorizada con un pequeño chip), se sabe que ha encontrado congéneres en el Río Arauazinho, que remontan hacia aguas más tranquilas y poco profundas cuando las aguas suben en la estación de las lluvias. Nadan río arriba contra las rápidas corrientes hasta encontrar bajíos donde se supone pasan la temporada.
Esta hembra estudiada, a la que bautizaron como Bernardina, es muy similar en tamaño a la encontrada en 2003. Su cuerpo es como un tonelillo con aletas, mide 130 cm de largo, con un diámetro máximo de 90 cm; es adulta, pesa 60 kilos y tiene un morro pequeño pero alargado. Pero lo que más llama la atención respecto al resto de las especies de manatíes es su piel oscura, casi negra, con una resplandeciente mancha blanca en el abdomen.
Marc van Roosmalen asegura que es una especie en gran peligro y a punto de desaparecer, dados los escasos ejemplares que se han podido detectar y que no se encuentra en otros lugares. El biólogo estima una población de menos de un centenar de individuos y teme la constante degradación de sus hábitats a causa de las explotaciones mineras que proliferan sin control, aparte de la pesca con explosivos.
http://www.sensaciones.org/noticias/537.jpg
La historia del descubrimiento empezó en 2003 cuando Marc van Roosmalen, un holandés nacionalizado brasileño, científico y biólogo que lleva toda su vida investigando en el Sistema del Amazonas, encontró el cadáver medio descompuesto de una hembra de manatí, que le sorprendió por su oscuro pelaje, pequeño cuerpo y claros rasgos de adulto.
El controvertido defensor de la Amazonia, famoso por haber descubierto otras especies animales en la selva, tuvo que esperar unos años hasta encontrar otra hembra, conseguir capturarla y mantenerla durante cuatro meses en un enorme corral que fabricaron en su propio hábitat para estudiarla. Aparte de su observación y estudio en las condiciones más naturales posibles para la hembra, el objetivo de mantenerla en el entorno “como reclamo” a la espera de que aparecieran otros miembros de la especie.
Pero el confinamiento solo ha servido para estudiar e parte sus costumbres, ya que no tuvo visitas y solo al soltarla (monitorizada con un pequeño chip), se sabe que ha encontrado congéneres en el Río Arauazinho, que remontan hacia aguas más tranquilas y poco profundas cuando las aguas suben en la estación de las lluvias. Nadan río arriba contra las rápidas corrientes hasta encontrar bajíos donde se supone pasan la temporada.
Esta hembra estudiada, a la que bautizaron como Bernardina, es muy similar en tamaño a la encontrada en 2003. Su cuerpo es como un tonelillo con aletas, mide 130 cm de largo, con un diámetro máximo de 90 cm; es adulta, pesa 60 kilos y tiene un morro pequeño pero alargado. Pero lo que más llama la atención respecto al resto de las especies de manatíes es su piel oscura, casi negra, con una resplandeciente mancha blanca en el abdomen.
Marc van Roosmalen asegura que es una especie en gran peligro y a punto de desaparecer, dados los escasos ejemplares que se han podido detectar y que no se encuentra en otros lugares. El biólogo estima una población de menos de un centenar de individuos y teme la constante degradación de sus hábitats a causa de las explotaciones mineras que proliferan sin control, aparte de la pesca con explosivos.