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jaribas
21st October 2007, 14:26
La demanda del pez payaso para acuarios causa importantes daños en la barrera coralina australiana
La película ' Buscando a Nemo ' popularizó tanto al pez payaso que su demanda para los acuarios se ha disparado, hasta causar importantes daños en la barrera de coral australiana. El científico Terry Hughes, director del Centro para el Estudio del Arrecife del Consejo Australiano de Investigación, advirtió ayer en Madrid del daño que está causando en la barrera coralina la pesca intensiva de ese pez.
Hughes participaba, junto a otros científicos de varios países, en una jornada de debate en Madrid sobre la magnitud, causas y consecuencias del deterioro de los hábitats costeros, organizada por la Fundación BBVA. El científico subrayó la importancia de estos peces para facilitar la recuperación de los corales después de episodios como una violenta tormenta o el blanqueamiento que sufren al perder las algas microscópicas que los alimentan y que avivan su color.

En este sentido, denunció la pesca intensiva de especies tropicales como el pez payaso para acuarios, y el abuso intensivo del cianuro de sodio para aturdir a los peces y facilitar su captura, aunque daña el coral y envenena a otras especies.

Un drama sumergido

Las selvas tropicales sucumben a las talas y la especulación, y la comunidad internacional pone el grito en el cielo aunque no ponga remedio. En el caso de los ecosistemas marinos de costa, la alarma ni siquiera ha saltado aún de los científicos y ecologistas a la ciudadanía y las administraciones. A pesar, dicen los expertos, de que la destrucción de las praderas oceánicas, arrecifes coralinos, marismas, manglares y demás hábitats costeros es entre cuatro y diez veces más rápida que la de las masas selváticas.

De la debacle son culpables varios factores que se condensan en uno, la acción humana. En todo el mundo las regiones costeras concentran el grueso de la población estable y también buena parte de los 700 millones de turistas que recorren hoy los cinco continentes. España es un buen ejemplo, con el 44% de sus habitantes apiñados en el 7% de la franja litoral, más los visitantes que llegan en busca de sol y playa.
La superpoblación somete al océano costero a tensiones insoportables. Edificación y sobrepesca se unen a la contaminación por vertidos tóxicos y al aporte de sustancias como el nitrógeno, fósforo y materia orgánica procedentes de explotaciones agrícolas y ganaderas. Este exceso de nutrientes -eutrofización- hace proliferar las algas y provoca procesos de hipoxia, falta de oxígeno que mata a la fauna y flora marina y es «prácticamente irreversible».

La puntilla a este cuadro se la da otro efecto de la mano del hombre, el calentamiento global. «Son dos impactos superpuestos, hipoxia por aumento de nutrientes y por el aumento de la temperatura del agua, que se multiplicarán por cuatro en este siglo» si no se da marcha atrás, explicó el biólogo marino Carlos Duarte.
Los especialistas convocados pusieron cifras al desastre. Las praderas de posidonia y otra especies oceánicas desaparecen a un ritmo anual de entre el 1,2% y el 10% , según las distintas regiones del planeta. Las marismas, a razón del 2% cada año, similar al declive de los bosques de manglar. Entre un 5 y un 9% de los arrecifes coralinos mueren cada año.