The diving journalist
12th October 2012, 07:23
Escuchen la siguiente historia: el sábado pasado, nuestra compañera Silvia Parra decidió embarcarse en un plan de buceo en la ciudad de Cartagena. En total iban siete buceadores a bordo de la embarcación: un argentino, un uruguayo, tres colombianos, entre ellos Silvia, y dos instructores de la empresa de buceo.
En el Bajo Burbujas, sector de Sal Medina, a unas siete millas náuticas de Cartagena, se realizó la primera inmersión. Luego de 20 minutos de estar en el fondo del mar, a uno de los dos instructores, Beatriz Elena Bertel, sincelejana de 40 años, se le acabó el oxígeno, ella le notificó al otro guía su situación y él le ordenó que subiera a la superficie de inmediato; Beatriz se separó del grupo para ascender.
Yo soy buceadora y ese fue un grave error, en el protocolo internacional del buceo un buzo jamás, repito, jamás, puede permanecer solo.
Sin embargo, Beatriz subió, y esa fue la última vez que se supo de ella. A esta hora cumple más de 80 horas de desaparecida, y no hay ningún rastro de ella ni del equipo de buceo. Los demás buzos siguieron bajo el agua 20 minutos más. Al salir a la superficie, ellos se percataron de que el bote estaba demasiado lejos.
Segundo error de la empresa de buceo, ya que por reglamento debe haber algún tipo de señalización visual o auditiva para ser identificados por la embarcación. Asimismo, se constató que ninguno de los chalecos provistos por la empresa contaba con las medidas necesarias de seguridad, carecían de silbato y boya inflable; previamente los equipos de los buzos no fueron revisados.
Horas después de buscar incesantemente a Beatriz Bertel, los buzos solicitaron ayuda o refuerzos de otras embarcaciones, pero el capitán les notificó que el radio de la embarcación no estaba en funcionamiento. Horas después, cuando los buzos reclamaron que se alertara a las autoridades, el instructor y el capitán del barco dijeron que se debía hacer el reporte solo 24 horas después de su desaparición, lo cual es ¡falso!, esa respuesta provocó que Beatriz se perdiera y se agotaran lo patrones de búsqueda.
Lamentable, trágico e incomprensible, que por negligencia y falta de cumplimiento de reglamentación internacional haya ocurrido semejante accidente.
No es posible que las empresas que practican o facilitan este deporte no tengan rígidos controles del Estado. Todos los buzos de Colombia deben hoy sentir pánico ante lo que se acaba de descubrir.
Yo, que practico el buceo, me comprometo a emprender una campaña desde hoy, para que se reglamente, se vigile y se proteja la práctica de ese deporte en nuestros mares. Ojalá Beatriz aparezca. Rogamos a Dios.
http://www.cmi.com.co/
En el Bajo Burbujas, sector de Sal Medina, a unas siete millas náuticas de Cartagena, se realizó la primera inmersión. Luego de 20 minutos de estar en el fondo del mar, a uno de los dos instructores, Beatriz Elena Bertel, sincelejana de 40 años, se le acabó el oxígeno, ella le notificó al otro guía su situación y él le ordenó que subiera a la superficie de inmediato; Beatriz se separó del grupo para ascender.
Yo soy buceadora y ese fue un grave error, en el protocolo internacional del buceo un buzo jamás, repito, jamás, puede permanecer solo.
Sin embargo, Beatriz subió, y esa fue la última vez que se supo de ella. A esta hora cumple más de 80 horas de desaparecida, y no hay ningún rastro de ella ni del equipo de buceo. Los demás buzos siguieron bajo el agua 20 minutos más. Al salir a la superficie, ellos se percataron de que el bote estaba demasiado lejos.
Segundo error de la empresa de buceo, ya que por reglamento debe haber algún tipo de señalización visual o auditiva para ser identificados por la embarcación. Asimismo, se constató que ninguno de los chalecos provistos por la empresa contaba con las medidas necesarias de seguridad, carecían de silbato y boya inflable; previamente los equipos de los buzos no fueron revisados.
Horas después de buscar incesantemente a Beatriz Bertel, los buzos solicitaron ayuda o refuerzos de otras embarcaciones, pero el capitán les notificó que el radio de la embarcación no estaba en funcionamiento. Horas después, cuando los buzos reclamaron que se alertara a las autoridades, el instructor y el capitán del barco dijeron que se debía hacer el reporte solo 24 horas después de su desaparición, lo cual es ¡falso!, esa respuesta provocó que Beatriz se perdiera y se agotaran lo patrones de búsqueda.
Lamentable, trágico e incomprensible, que por negligencia y falta de cumplimiento de reglamentación internacional haya ocurrido semejante accidente.
No es posible que las empresas que practican o facilitan este deporte no tengan rígidos controles del Estado. Todos los buzos de Colombia deben hoy sentir pánico ante lo que se acaba de descubrir.
Yo, que practico el buceo, me comprometo a emprender una campaña desde hoy, para que se reglamente, se vigile y se proteja la práctica de ese deporte en nuestros mares. Ojalá Beatriz aparezca. Rogamos a Dios.
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