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Ver la versión completa : El naufragio del Crisantemo



The diving journalist
5th July 2012, 17:50
La primera vez que leí sobre un naufragio fue cuando tenía trece años. Vivía en un pueblecito de la costa, todas las tardes iba al puerto y me sentaba para ver las naves que volvían de faenar. Fue a principios de siglo, quizá 1901 o 1902. Recuerdo que era una historia de Jack London sobre un muchacho sin experiencia, como yo, que se enfrentaba a una terrible tempestad. Era un cuento corto, de un par de páginas, pero me causó una honda impresión y, por complicado que parezca, creo que aquel relato marcó el rumbo que tomaría mi vida más tarde. No, no me convertí en un marinero, al menos en un sentido estricto, pero es cierto que nunca me he separado del mar. Durante treinta años he conocido y recogido muchas historias parecidas a las de London como corresponsal naval. Sin embargo, ninguna ha logrado cautivarme tanto como la de aquella revista, cuando tenía trece años. Ninguna, salvo la del Crisantemo.


El Crisantemo, desaparecido en una tormenta, un oscuro misterio rodea su tragedia. Tan solo sobrevivieron cuatro marinos. Dos de ellos ya han muerto. Otro se encuentra en paradero desconocido, se cree que en alguna isla de la Micronesia. El último, ya muy viejo, vive en una casa aislada en un promontorio de las costas de Escocia. He viajado mucho y navegado por todas las latitudes, y de todos los lugares en los que he estado, creo que Escocia es sin duda el más bello y triste; sus acantilados, sus prados, sus infinitas bahías recónditas e inaccesibles, esa bruma que cubre todo varias veces al año. Aunque son quizá sus gentes, cargadas de hombros y de insondable mirada, las que parecen llevar consigo esa suerte de melancolía allá donde van. Se dice que el viejo nunca ha hablado del asunto. Lo cierto es que, una vez, yo estuve allí con él.
Aquella tarde, la tempestad azotaba los acantilados sobre los que se supendía la casa del viejo marino, solitaria en medio de ese páramo baldío. El hombre estaba de espaldas, de pie junto a la ventana, mirando hacia fuera, hacia el mar. Su voz llegaba hasta mí distorsionada por el concierto celeste y, cada cierto tiempo, se producía un sonido que acallaba incluso la tormenta y el oleaje. Este fenómeno era causado por las aguas que, a causa de su envite, se elevaban decenas de metros, de modo que, cuando caían, se precipitaban con tal fuerza que la espuma chisporroteaba como pólvora que se prende. Un rugido que parecía propagarse por la eternidad. Cuando así sucedía, el viejo callaba, pues no era posible escucharle. Aunque sospecho que había algo más.
Y lo cierto es que la gente tenía razón, porque nada de lo que me dijo fue acerca del naufragio del Crisantemo. Pero yo estuve allí, con él, en medio de la tormenta, en la casa del acantilado, mientras el mar, abajo, se revolvía furioso. Vi su rostro crisparse, su mirada de odio, pero también ese temor respetuoso que sentí yo por primera vez al leer acerca de un naufragio, el de aquella historia cuando era niño. Quizá es que el viejo callara para tratar de distinguir las voces de sus compañeros, los que lograron subir al bote pero cayeron al abismo en medio de la tempestad. Quizá sus únicas palabras al respecto las pronunciara en el momento en que las aguas caían, cuando solo el mar podía escucharlas. Tal vez, el viejo vivía allí con la esperanza de que algún día el mar le contara qué sucedió.
Al cabo de algunos años escuché que el viejo había desaparecido. La casa sigue allí, en el promontorio, y allí estará hasta que lo quieran los elementos.


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Fulminator
20th August 2012, 16:52
Que bonita historia, Jack London, El Capitán Nemo, Mobby Dick. El mar siempre nos llama...
Gracias