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The diving journalist
28th February 2012, 12:27
El Museo Popol Vuh recorre en una exposición temporal los vestigios, asombrosos, intrigantes, de un aspecto poco explorado del mundo prehispánico: la relación con los lagos.

Un día el hombre descubrió los lagos, admiró su vaivén hipnótico y se perdió en la profundidad de sus colores. Fue ese el momento en que decidió adoptarlos, vivir en sus playas, agradecer el sustento que estos le proveían y poco a poco esa dependencia se convirtió en culto, en mito. Es así como la connotación mística, mágica, sobrenatural, de las aguas lacustres ha sido una constante alrededor del mundo… y el ámbito mesoamericano no se queda atrás. Piezas salidas de los lagos más emblemáticos del país pueden ser vistas en la exposición Arqueología Subacuática, en el Museo Popol Vuh, Universidad Francisco Marroquín (6ta. calle final, zona 10). Admisión: Q35.

Los contextos arqueológicos del Área Maya son variados y diversos, siendo los registros subacuáticos de los menos explorados. No obstante, lugares como los cenotes de Yucatán han corrido con mejor suerte y han sido explorados de manera sistemática y con buenos resultados. Guatemala, en cambio, cuenta con poca investigación de sus tesoros bajo el agua. Esto da realce a esta exposición, que presenta al público algunas de las piezas que la Arqueología logró arrancar a las entradas del Xibalbá en Atitlán y Amatitlán.

Ofrendas para el inframundo

Los objetos arqueológicos de la muestra constituyen distintos tipos de ofrenda para el mundo de los muertos, que son comunes de encontrar en los cuerpos de agua dulce. Según investigaciones hechas en esta materia, se han reportado y recuperado piezas de los lagos de Amatitlán, Atitlán, Ayarza, Petén Itzá, Yaxha’ y otros. Esto no es casualidad para el arqueólogo Camilo Luin, ya que “al igual que las cuevas, los lagos representaban entradas al inframundo, siendo esto motivo para que se realizaran rituales en sus orillas y se depositaran ofrendas dentro de ellos. Además proporcionaban productos alimenticios de consumo diario a quienes habitaban en sus cuencas”.

Las piezas que el visitante puede apreciar en la exhibición provienen de dos sitios específi cos. Una parte proviene del lago de Amatitlán, asociada con el sitio arqueológico Mexicanos; la otra de Samabaj, un antiguo sitio urbano sumergido en las aguas del lago de Atitlán. Aunque su procedencia cultural es clara, el estilo al que se asemejan y el período histórico al que pertenecen les dan singular importancia. “La cultura siempre es maya, pero los estilos encontrados en estas piezas contienen una gran influencia teotihuacana. Los objetos expuestos abarcan cronologías desde el preclásico tardío (250 a.C. - 250 d.C.) hasta el clásico (250 - 900 d.C.)”, afirma Luin.

Dada la poca investigación que la arqueología subacuática ha tenido en el país, y dados también los interesantes hallazgos hechos precisamente en Samabaj, esta exposición se muestra dinámica, indispensable y reveladora para comprender un poco más a fondo la historia que las aguas profundas del país tienen para contarnos. Es también un buen ejemplo de que si la arqueología nacional sale de “pesca”, seguramente sus redes volverán llenas, datos que nos muestren un poco mejor quiénes somos.


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