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The diving journalist
30th October 2011, 06:52
Los buceadores del GEAS de la Guardia Civil rescatan personas, recuperan pruebas de delitos y rastrean cualquier lugar en el que sea necesario un equipo autónomo de respiración

Los guardias civiles pertenecientes al GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) son expertos buceadores, sometidos a duros y constantes entrenamientos y acostumbrados a trabajar en situaciones extremas, hasta 50 metros de profundidad, que desarrollan su trabajo tanto bajo el agua como en cualquier otro lugar cerrado en el que sea imprescindible entrar con un equipo autónomo para respirar (fosas, cuevas, alcantarillas, galerías subterráneas, pozos).
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La unidad del GEAS, encuadrada en el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, tiene su sede en Cartagena desde hace 14 años, (en España, este grupo se creó en 1982), aunque actúa en toda la Región y en la zona de Albacete más cercana a Murcia, así como en cualquier lugar del país donde los necesiten.

Estos agentes rescatan personas, vigilan las aguas fluviales y los fondos marinos de la costa de la Región (su celo es especial en los puertos de Cartagena –en el muelle de cruceros– y de Escombreras, donde recorren minuciosamente todas las terminales de las grandes empresas petrolíferas y gasistas allí asentadas), recuperan pruebas de delitos (llevan recogidos miles de kilos que los narcos arrojan al mar cuando son sorprendidos por sus compañeros del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, al que están adscritos los GEAS, y cuyo jefe es el teniente Justiniano Muñoz) y hacen todas las tareas propias de un agente, aunque en unos lugares a los que solo acceden ellos.

El equipo está formado por ocho experimentados buceadores al mando del sargento Vigo, y con el cabo Miguel de segundo. Los otros seis buzos son guardias civiles con una preparación extraordinaria. De la capacidad de estos hombres dan cuenta dos hechos que se repiten cada año: deben pasar un exhaustivo reconocimiento médico en el que participan 17 especialistas, y deben superar unas durísimas pruebas físicas. Si se falla en alguno de los dos controles, el guardia civil tendrá una segunda oportunidad para pasarlo a las pocas semanas, pero si no lo supera tampoco en esta ocasión, causa baja en el servicio. «Hasta hace unos años, teníamos que abandonar la unidad al cumplir los 45 años. Pero la legislación se cambió y se estableció que los agentes que superan estos dos exámenes, el médico y el físico, eran aptos para continuar», explica el cabo.

Esta es una de las razones por las que los miembros de esta unidad dan tanta importancia al ejercicio físico. «La preparación física es fundamental para responder al trabajo al que nos enfrentamos, pero yo diría que también es imprescindible estar bien sicológicamente. Si la cabeza te funciona bien, tu cuerpo es mucho más fuerte y responde mejor a las exigencias», afirma el cabo Miguel.

Si no hay ninguna emergencia, las primeras horas de la mañana se invierten en hacer gimnasia (correr, bicicleta, natación, pesas) para mantenerse en forma y, a continuación, se supervisan los equipos que utilizan para que estén perfectamente ajustados, ya que en este servicio no se puede dejar ni un solo detalle al azar. La experiencia «te da tranquilidad a la hora de afrontar la tarea, pero es imprescindible que todo funcione a la perfección. No nos podemos permitir ningún fallo». Además de los ejercicios, los agentes emplean la jornada en examinar las dársenas de cruceros, en el Puerto de Cartagena, y de Escombreras.

Siempre hay un retén de cuatro hombres las 24 horas del día, aunque si es necesario, se localiza al resto del grupo. El primer equipo de salida está siempre montado para acudir a cualquier lugar de la Región en el momento en que se recibe el aviso.

Uno de los últimos episodios trágicos que vivió la unidad fue el ahogamiento de los dos hermanos bosnios en la rambla de Las Moreras de Mazarrón. Cuando lo relatan, los rostros de los agentes se descomponen: «Se trata de niños, ves a tu propio hijo, y esa sensación es muy dura», afirman. A pesar de la dureza a la que se enfrentan, se trata de una unidad muy solicitada dentro de la Benemérita, que cada año tiene más solicitantes. «Te tiene que gustar bucear, lógicamente, y debes soportar trabajar en condiciones difíciles. Pero es lo que todos hemos elegido y a todos nos gusta», concluye el cabo Miguel.

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