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The diving journalist
21st September 2011, 12:52
Isabel García, vecina de Piélagos, asistirá a la gala conmemorativa del Centenario del naufragio. La mujer, que nació el mismo día en el que se hundió el buque más famoso, será una de las invitadas de la fundación que lleva el nombre del transatlántico

7701 Año 1912. 15 de abril. Oruña de Piélagos. Al calor de su hogar, Dolores da a luz a una niña que se llamará Isabel y deberá caminar justo un siglo para poder alcanzar la experiencia más emocionante de toda su vida. Año 1912. 15 de abril. Terranova. Al frío del Atlántico Norte, el 'Titanic', el orgullo naviero de Inglaterra, el barco insumergible, inicia un escalofriante descenso a las profundidades del océano herido de muerte por un iceberg de casi 30 metros. Año 2012. 15 de abril. Barcelona. Al calor de la primavera, ambas historias, tan ajenas, y tan lejanas, convergerán en una sóla para que Isabel se convierta, por una noche, en pasajera del 'Titanic' cerrando, de este modo tan amable, un círculo que cien años dura.
A sus 99 años, cuatro meses y diez días, Isabel García Polanco jamás había llegado a imaginar que su aventura «más increíble» estaba todavía por llegarle.
Pero el destino lo ha querido así. El destino y la Fundación Titanic, que anda buscando por el mundo a cuantas personas hayan nacido el mismo día en que se hundió el barco más famoso de la historia para celebrar con ellas el Centenario de una tragedia por la que, en realidad, Isabel nunca se había interesado. Viuda desde hace ya una década, madre de siete hijos (dos fallecidos), abuela de ocho nietos y bisabuela, poco sabía del naufragio del 'Titanic' Bastante tenía con lo suyo.
Ahora, obviamente, lo sabe todo. Sus hijas, en especial Merche, que fue la que contactó con la fundación, ya se han encargado de poner a la mujer al corriente de la historia apocalíptica del 'insumergible'. Y de la invitación a participar en el Centenario de tan trágico suceso. Y está entusiasmada. Y es normal. Si Dios quiere -que lo va a querer- Isabel celebrará su 100 cumpleaños vestida de gala, cenando el menú que degustaron los tripulantes del 'Titanic' la noche antes del hundimiento, en una vajilla idéntica, y escuchando las mismas piezas musicales que se oían en el naufragio. Incluso -le ha prometido Merche- «bailaré con el capitán».
No ha visto la película
Isabel, que ni siquiera ha visto el oscarizado film de James Cameron, no guarda ningún recuerdo del naufragio del 'Titanic' en su memoria. La tiene llena de los suyos propios, que en una conversación sin prisas saca a borbotones para demostrar que la conserva en perfecto estado. Aunque antes, coqueta, pregunta si está mejor con chaqueta o sin ella. Es por lo de la foto.
Cuarta de seis hermanos, Isabel desconoce en qué momento de aquel fatídico día 15 de abril nació y si su alumbramiento coincidió con el mismo momento del naufragio o lo hizo con las horas posteriores al hundimiento, cuando los supervivientes trataban de agarrarse desesperados a la vida que ella acababa de recibir. «Mi madre me dijo siempre que yo vine 'de París' y yo... punto en boca», dice riendo.
Sí recuerda su etapa del colegio, un centro mixto donde tenía una maestra de Burgos «un poco bruta», y a sus amigos de la juventud, con los que jugaba al 'jorge', un pasatiempo en el que por lo visto se utilizaban insectos.
Desde luego, eran otros tiempos, en los que, por ejemplo, las faldas, «se llevaban por aquí», dice señalando sus tobillos, «y no por aquí», dice apuntando a la cintura.
Pasado algún tiempo, la nueva pasajera del 'Titanic' soltó amarras y conoció a José María, un muchacho oriundo de Mortera (Piélagos) que trabajaba por aquel entonces en la tienda de 'Manolín el Manco' (hoy desaparecida) y con quien contrajo matrimonio al cumplir los 20. Con él, su esposo, adquirió un contrato (hoy en peligro de extinción) que implicó afincarse en Santander -primero en Cueto y luego en General Dávila- y traer al mundo a siete hijos. Eran «tiempos felices» que más adelante truncó la muerte de dos de ellos.
Pero aún tiene cinco que le adoran. Y un reguero de nietos que hoy pueden presumir de tener una abuela 'titánica'. Y un secretillo. Dice que desde hace algún tiempo anda buscando a un tal Guillermo, que es «un pretendiente» de cuando era soltera. Y un deseo. Salud. «Todas las noches me acuesto con un rosario en la mano y pido a Dios que me guarde y que me cuide». Más ahora, porque le ha prometido a sus hijas Merche y Maribel (que irán con ella al acto) hacer gimnasia para poner a punto sus rodillas y poder echarse ese baile con el capitán del 'Titanic'.
«¿Una cerveza?»
A pesar de los achaques lógicos de la edad, Isabel tiene un aspecto físico envidiable, aunque ella reconoce que «de cerebro voy mejor». Lo demuestra con una conversación extensa que sus hijas interrumpen de vez en cuando con un «¡Ay, mamá, cuéntale esa historia en la que tú...'». Y en la que ella se siente a gusto. Tanto como cuando habla de las fiestas de su pueblo. Entonces, se levanta de su sofá, se acerca a la ventana del salón -donde se observa una magnífica panorámica de Gornazo y Boo- y apuntando a la vecina Miengo recuerda que se están celebrando las fiestas de la Virgen del Monte. Sonriente, pregunta: «¿Vamos a tomar una cerveza?».
Comprometida más que nunca con la vida, emocionada y feliz, muy feliz, inmensamente feliz, Isabel García Polanco, de 99 años, zarpa hacia el 15 de abril de 2012 para vivir la experiencia de su vida enrolada en un buque de leyenda, el 'Royal Mail Steamship Titanic', el barco sumergido de los sueños insumergibles, el barco que murió mientras ella nacía.


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