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The diving journalist
6th September 2011, 15:46
Mientras una tortuga caguama de 125 libras se recupera milagrosamente después de recibir un disparo de arpón en la cabeza, la comunidad de los Cayos de la Florida ha prometido encontrar y castigar al responsable.La recompensa reunida a nivel popular para información que lleve al arresto y la condena del responsable se encuentra ahora en $10,750 – junto con tres equipos de buceo, tres viajes de pesca y ocho horas de soldadura y fabricación.
“Toda la comunidad está enojada por esto”, dijo Richie Moretti, quien fundó en 1986 el Hospital de Tortugas en Maratón.
La víctima es un animal de 15 a 18 años de edad. Aunque la tortuga es demasiado joven para que se determine su género, los que la rescataron la llaman Sara, al igual de un miembro de su familia que celebra su cumpleaños 18.
Doug Mader, un veterinario experto en reptiles que le extrajo el arpón de acero de cuatro pies, dijo que Sara es una tortuga afortunada.
La historia comenzó el 3 de agosto, cuando padre e hijo, Charlie y Nicholas Borg, quienes viven en Michigan y se encontraban de vacaciones, regresaban al Cayo Big Pine de un viaje de pesquería en el Atlántico. Ellos vieron algo flotando, con las aletas al aire, cerca de Little Palm Island.
Al acercarse, descubrieron que era una tortuga con un largo arpón que salía de su cara. “Había visto antes tortugas que fueron golpeadas por botes, pero nada de lo que esperaba ver”, dijo Nicholas Borg, de 22 años.
“Al principio pensábamos que estaba muerta, pero levantó la cabeza, respiro y la volvió a bajar”, agregó. “Nos miramos el uno al otro y sabíamos que necesitábamos hacer algo”.
Los Borgs usaron una cuerda para tratar de llevar a la tortuga a la cubierta del bote. Los dos primeros intentos no fueron exitosos. “Se asustaba y volvía al agua”, dijo Nicholas Borg.
Pero en cada ocasión, el padre y el hijo esperaron unos 15 minutos para que la tortuga volviera a salir del agua. La tercera vez, cuando se ponía el sol, pudieron poner a bordo a la pesada tortuga.
Ellos llamaron a la Guardia Costera, que a su vez llamó a la línea de emergencia del Hospital de Tortugas y contactó con la directora Jo Ellen Basile.
“Cuando recibes llamadas siempre oyes cosas inverosímiles”, dijo Basile. “Yo pensé: ‘Está bien, tengo que ver esto’. Cuando llegué allí, era horroroso”.

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