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The diving journalist
28th July 2011, 15:40
Hubo una época en la que los guías de inmersión rompían con sus cuchillos erizos de mar con los que atraían peces a su alrededor para disfrute de los buceadores que iban con ellos. O buceadores que bajaban a sus inmersiones en el Mar Rojo con huevos duros escamoteados del buffet libre del barco para alimentar a los peces napoleón y a los meros.

Hubo un tiempo en que un paquete de salchichas en el bolsillo del chaleco era diversión asegurada durante la inmersión, y en el que los propios centros de buceo organizaban inmersiones para dar de comer a tiburones y rayas frente a los asombrados buceadores.
Pero eso hoy ya no sucede.
¿Ya no sucede?
Por desgracia aún queda mucho camino por recorrer en este aspecto, y la práctica del feeding está mucho más extendida de lo que debiera. Los efectos adversos del feeding son muchos: los patrones de conducta de las especies afectadas se modifican drásticamente, hasta terminar por abandonar sus comportamientos naturales y convertirse en simples carroñeros a expensas del capricho de los buceadores. Eso en algunos casos hace que los peces pierdan el temor al humano lo que tiene dos consecuencias negativas: o bien los peces terminan atacando a los bañistas y buceadores o bien los peces son víctimas de los pescasub que aprovechan su falta de temor para arponearlos sin el menor problema.
El caso de los peces napoleón y su dieta de huevos duros es tristemente célebre. Desde hace unos años vienen apareciendo en el Mar Rojo grandes peces napoleón muertos sin causa justificable. Tras realizar la autopsia se ha visto que sus niveles de colesterol eran anormalmente altos, algunos u¡incluso con afecciones hepáticas, debido a una dieta casi exclusiva de huevos duros suministrados por los buceadores.


Otro de los problemas del feeding es el descontrol que produce en los animales, especialmente en los tiburones. Algunas especies de escualos son proclives a entrar en el denominado frenesí alimentario, durante el cual los ataques a buceadores son frecuentes, aumentando así de manera absolutamente injustificada la leyenda negra de estos peces.



El equilibrio de los ecosistemas marinos litorales es muy delicado, y las perturbaciones que realizan los buceadores en el comportamiento y dieta de los peces que los habitan tienen consecuencias en toda la red trófica. Y en ocasiones el propio buceador se expone a un ataque inesperado de un depredador que después de años de relacionar buceadores con comida fácil, no duda en tomar la iniciativa cuando sus espectativas de alimento no se ven satisfechas.

Por ellos y por nosotros, no debemos caer en el espectáculo previsible e impaciente del feeding, y dejar que sea la naturaleza la que nos desvele a su ritmo sus secretos y el comportamiento natural de los seres subacuáticos a lo largo de muchas inmersiones. Seamos pues testigos de la naturaleza y no perturbemos su ritmo con nuestra impaciencia.


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