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The diving journalist
21st June 2011, 14:57
Dos alumnos del instituto salesiano de Urnieta nadaron junto a los escualos del Aquarium

La condición era que un vídeo del centro fuese visto por más de 7.000 personas en las redes sociales de internet
Primero tenían miedo, luego preocupación, nadaron tranquilos junto a los escualos y salieron eufóricos

Iosu Aduriz, estudiante de Mantenimiento Eléctrico en el instituto salesiano de Urnieta, y su compañero Eneko Elosegi, de Electricidad, no olvidarán en su vida la experiencia maravillosa que supone nadar junto a una pareja de tiburones, aunque sea en la piscina gigantesca del Aquarium donostiarra. Ni el miedo que pasaron entre que se ofrecieron a hacerlo hasta que salieron indemnes del recinto acuático.
Lo hicieron el sábado a mediodía después de perder, o ganar, nunca se sabe, una apuesta. La realizada hace unas semanas en su centro de enseñanza laboral salesiana. Primero Eneko, con el monitor, y después Iosu, con el mismo tutor submarino, se introdujeron en la cubeta mientras los tiburones remoloneaban junto a ellos y, se supone, les miraban con más curiosidad que apetito...
La apuesta por la que ambos estudiantes acabaron en mitad de la pileta de los tiburones del acuario donostiarra nació en el número de visitas de un vídeoclip con música del grupo Esne Beltza, 'Gogoak', de esos que se hacen de una sola vez con la participación del alumnado, en el que se mostraba el centro de aprendizaje salesiano a lo largo de la cinta.
Lo cuenta Asier Irazusta, uno de los profesores. «Decidimos meter el vídeo en las redes sociales de internet y otro profesor comentó que si llegaba a ser visto por siete mil personas, Arrate, una irakasle, debía meterse en la piscina de los tiburones». Arrate lo confirma: «Les contesté que yo no me metía ni loca». Su respuesta llegó a oídos de sus alumnos y dos de ellos dijeron que «nos metemos nosotros si ella no se atreve». Dicho y hecho.
El desafío corrió de boca en boca y de aula en aula. Todos los alumnos aprobaron la idea hasta el punto de que se pusieron en contacto con sus amigos y familiares para que vieran el vídeo subido a internet, en un encadenamiento gigante y tan veloz como la misma red de redes. En pocas semanas el contador de visitas superó las siete mil visitas «y están ya pasadas de las ocho mil» y a Eneko y Iosu no les quedó más remedio que ejecutar la apuesta que aceptaron.
«Fueron días de miedos, nervios, temor», explica Asier, porque uno nunca sabe si los pacíficos tiburones del estanque del Aquarium están saciados o les apetece probar lo que gesticula junto a ellos embutido, nunca mejor dicho, en un traje de neopreno negro.
Los nervios se convirtieron en tiritona el sábado a la mañana, viendo que no había otra opción que meterse en la pileta con los escualos donostiarras. Para colmo, no podían echarse atrás porque había demasiados compañeros y profesores acompañándoles. Y hasta una cámara de vídeo registrando el histórico momento.

De uno en uno
Primero se metió Eneko Elosegi, «porque había hecho ya un cursillo inicial de buceo». Sólo puede haber dos buceadores por turno. Se introdujo con el monitor y braceó por el agua casi treinta minutos, entre la sorpresa de los numerosos visitantes que esa mañana habían acudido al Museo del Mar en el muelle donostiarra. El temor dejó paso a la tranquilidad y ésta a la euforia y a las señales de óptimo que hacía desde el interior, ante los tiburones, a los que veía más grandes que desde fuera.
Después se metió al agua Iosu, y le pasó lo mismo. Se le quitaron los nervios, el miedo y el rictus de seriedad y aparecieron la alegría, el optimismo y la felicidad por la extraordinaria experiencia vivida a medio metro de un tiburón.
Fuera, un profesor grababa el momento, que pasará a formar parte del archivo histórico y lectivo del centro escolar de los salesianos de Urnieta. Incluso el docente hizo de reportero entrevistando a ambos alumnos para las cámaras del instituto, en la plaza Jacques Cousteau, delante de la antigua y majestuosa fachada del Aquarium.
«Me han dado envidia. Ahora sí que me atrevería a meterme yo a la pileta con los tiburones», reconoció Asier Irazusta. Pues que no se confíe demasiado porque sus alumnos enseguida le proponen una nueva apuesta. Y son capaces de darle esa 'alegría' a la mínima oportunidad.

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