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The diving journalist
24th March 2011, 12:38
Playas de alegría en Pernambuco, en el nordeste de Brasil


Tiene una ciudad colonial a orillas del mar, buceo entre barcos hundidos y herencia africana.

Esta zona no es tan popular como Río de Janeiro. Quienes no la conocen se pierden de kilómetros de arena blanca.


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Recife, una de las sedes del Mundial de Fútbol del 2014, se ha convertido en una puerta de entrada a Brasil y en un punto ideal para visitar, debido a que aún no se llena de turistas extranjeros.
Desde la capital del estado de Pernambuco se puede descubrir todo el nordeste de Brasil, cuya naturaleza ofrece al visitante playas blancas con cocoteros, iglesias coloniales, desiertos de dunas de varios kilómetros y barcos hundidos frente a la costa, que componen un paisaje submarino perfecto para bucear, incluso entre naufragios.
Sitios entre los que se destacan Olinda y Porto de Galinhas, y playas como la de Maracaipe esperan a quienes se apunten a conocer esta parte de Brasil. Todo esto, sin olvidar la alegre música brasileña.
En 1983 desde este año olinda fue declarada por la Unesco patrimonio mundial de la humanidad. En esta ciudad, ubicada a orillas del mar, es clave visitar su casco histórico, con calles empinadas, adornadas por el colorido de las casas y la elegancia de las iglesias.
Recife, buceo entre naufragios
Recife es muy conocida en Brasil como destino playero gracias a su clima templado. El barrio de Boa Viagem, donde se ubica gran cantidad de hoteles, ofrece el arenal y el paseo marítimo más popular.
Creada en 1537 por los portugueses, su centro histórico está situado en una isla y se organiza en torno a la Praça do Marco Zero. A su alrededor, a pocos metros, se contemplan edificios históricos, así como la calle do Bom Jesús, que los domingos se convierte en un mercado al aire libre y que es, también, zona de vida nocturna.
Desde esta plaza se puede observar, construido sobre la barrera portuaria, el Parque de las Esculturas del prestigioso brasileño Francisco Brennad, que también cuenta con un museo en la ciudad.
Por los puentes que unen el centro histórico se llega al barrio neoclásico de Santo Antonio, que alberga los edificios más afrancesados de Recife. En torno a la Plaza de la República se levantan el Teatro de Santa Isabel, el Palacio de justicia o el Palacio do Campo das Princesas, levantados a finales del siglo XIX con estilo europeo. Esta ciudad también se puede recorrer bajo sus puentes, por sus dos ríos y varios canales que forman parte de su centro histórico. Un catamarán sale a diario (a las 4:00 p.m. y a las 9:00 p.m., con servicio de bebida a bordo) desde el Bar do Catamarán, en la calle Casis das 5 Pontas.
Recife es un sitio para ver naufragios, pero se debe rener cuidado. La presencia de tiburones obliga a hacer las inmersiones con profesores, que también ofrecen cursos para los novatos.
Olinda, patrimonio
A seis kilómetros del centro de Recife está Olinda, una de las ciudades coloniales mejor conservadas de Brasil.
Es imprescindible visitar el casco histórico de esta antigua colonia portuguesa, adornado con calles empinadas y mucho colorido en las fachadas. Se destaca, por su localización en un alto, la Igreja da Sé, una iglesia desde donde se divisan el mar y gran parte de la antigua Olinda.
Frente al templo hay un pequeño centro comercial y una calle con tiendas de artesanías, así como puestos callejeros de comida y restaurantes donde se combate el calor húmedo con agua de coco, cerveza o una buena caipiriña. Sus calles invitan a perderse sin rumbo, entre iglesias, parques y bares.
Para quienes quieran completar la visita con una experiencia gastronómica de primer nivel, se recomienda el restaurante Oficina de Sabor, todo un clásico.
La herencia de Porto de Galinhas
Si pregunta a un local por la mejor playa para visitar, le dirá que es Porto de Galinhas. A 60 kilómetros al sur de Recife, su nombre tiene origen en el comercio de esclavos, que a mediados del siglo XIX estaba prohibido en la zona. Los traficantes trataban de eludir la ley con la frase en clave "Llegaron las gallinas al puerto", para avisar que un nuevo grupo de esclavos había desembarcado.
En Porto de Galinhas, los cuatro kilómetros de playa blanca están protegidos por una barrera de coral repleta de peces que, cuando baja la marea, se pueden ver y casi tocar. A ella se llega en pequeñas embarcaciones llamadas 'jangadas'. Otras opciones son Muro Alto, una piscina natural; la playa de Maracaipe, escogida por surfistas; cursos de buceo y paseos a caballo por la playa. Vale la pena alquilar un 'buggy', perfecto para todo tipo de terrenos.
Si usted va
Los colombianos no necesitan visa para entrar a Brasil. Basta presentar el pasaporte.
Avianca y TAM operan vuelos directos entre Bogotá y São Paulo.
Conviene cambiar dinero en el aeropuerto. No hay muchos cajeros ni casas de cambio.
En los mercados callejeros y el centro de artesanía se suele regatear un poco, nunca demasiado. En los comercios formales, no.
La intensidad del sol en la región es muy alta, por lo que es necesaria protección solar.
Para buscar en la red antes de ir www.oficinadosabor.com (http://www.oficinadosabor.com/); www.scubarec.com.br (http://www.scubarec.com.br/); www.portodegalinhas.com.br (http://www.portodegalinhas.com.br/).