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The diving journalist
1st March 2011, 08:32
Sobre la grandeza de la cultura maya todavía hay mucho por descubrir, incluso bajo el agua, como lo demuestra Samabaj, las ruinas de un poblado que han permanecido por mil 700 años en el fondo del Lago de Atitlán.

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Samabaj estuvo asentado en una isla, frente a la playa del lugar conocido como Cerro de Oro, en Santiago Atitlán, pero durante siglos el nivel del agua del Lago subió y la dejó sumergida a unos 17 metros de la superficie, explicó Sonia Medrano, arqueóloga del Instituto de Antropología e Historia (Idaeh) que dirige la exploración del sitio.

No se sabe qué originó la inundación de la aldea, pero por la cantidad de agua, se considera que tuvo que ser algo natural, agregó, como una inundación que ocurrió en el período Preclásico Tardío.
La arqueóloga agregó que la aldea está formada por una plaza ceremonial y tres bloques domiciliares.

“El área domiciliar está compuesto por basamentos cuadrados de piedra, mientras que en el centro ceremonial, por estelas y altares”, detalló.

Samabaj no fue descubierta sino hasta la década de 1990, cuando el empresario Roberto Samayoa Amus, quien bucea en el Lago los fines de semana, encontró piezas prehispánicas, que recolectó y exhibe en el Museo Lacustre, en la Posada de Don Rodrigo, en Panajachel.
Samayoa manifestó que le surgió la inquietud de que podría tratarse de restos de una ciudad maya, por lo que reportó su descubrimiento, en 1998, en el Registro de Bienes Culturales de la Nación, del Ministerio de Cultura y Deportes.
Lo denominó Samabaj, cuyas dos primeras sílabas representan el apellido de su descubridor —Samayoa— y baj, que en tz’utujil significa de piedra.

En el 2008, el Idaeh inició la primera investigación y documentación del lugar, para determinar la vida de la gente que habitó la isla y el motivo de su edificación.

La arqueóloga Medrano afirmó que para involucrase en el proyecto tuvo que aprender a bucear.
“Fue un reto, pero Roberto Samayoa nos enseñó a mí y a Adriana Linares, mi compañera de trabajo, y descubrimos que el buceo no es nada difícil”, aseguró.

Medrano expuso que la labor es lenta porque el sitio es oscuro y solo pueden estar sumergidas una hora al día.

Agregó que el trabajo en Samabaj apenas empieza, ya que ahora, tras haber trazado un mapa del sitio, recolectan evidencia para determinar cómo era utilizado el lugar y cómo eran quienes lo habitaban. “Hay trabajo para unos 10 años, pero hay que buscar patrocinio”, añadió Medrano.


Fuente: http://www.prensalibre.com