jaribas
20th December 2010, 15:33
El archipiélago de las Seychelles reúne todos los atributos deseados en unas vacaciones alejadas de la civilización.
Se distribuyen a lo largo del océano Índico, aunque lejos de la India y bien cerca de la costa sudafricana; lucen playas impactantes, una multiculturalidad poco vista y representan, sin duda, un verdadero viaje al paraíso. Se trata de las pequeñas islas Mauricio, Reunión, Seychelles y Nosy Be, las joyas del Índico que lucen espléndidas ante la llegada del verano del Hemisferio Sur.
5500
Y no están tan lejos de las pampas si se piensa con optimismo. Sólo hace falta mirar el mapa para observar que están a vuelo de pájaro desde la cada vez más accesible Sudáfrica. De hecho, las agencias de viajes tientan con diversas opciones, ya sea en crucero o en paquetes convencionales, para encadenar una veintena de días en las playas de estas tres islas, combinando con vuelos directos a Sudáfrica y breves estancias en Puerto Elizabeth, Johannesburgo y Ciudad del Cabo.
Tal vez no sea un destino muy frecuentado por argentinos, pero la isla Mauricio difícilmente quede fuera de cualquier ranking internacional que recopile las mejores playas del mundo. Lo mejor del océano Índico está probablemente allí, y no es sólo arena blanca y aguas turquesas, también hay montañas, belleza urbana y una atractiva mezcla de culturas, con espléndidos templos hindúes, mezquitas, iglesias y pagodas budistas. Port Louis, la capital, es un claro ejemplo de multiculturalidad: posee un barrio hindú, uno islámico, uno cristiano, uno chino y uno criollo. Sus calles están llenas de tiendas, y no está exenta de modernos rascacielos.
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La mezquita Jummah, de mediados del siglo XIX, es la principal de la isla y presenta una combinación de elementos de arquitectura hindú, criolla e islámica. Otros edificios religiosos interesantes son las catedrales de Saint James y de Saint Louis, así como el Santuario de Marie Reine de la Paix, donde se reúnen muchísimos fieles y desde el cual se puede contemplar una vista panorámica de la ciudad.
Pegada a la costa noroeste de Madagascar, Nosy Be es una isla de aspecto tropical cubierta de palmeras. Es el principal destino turístico de ese país y suele ser llamada la isla de los perfumes, porque se trabaja la esencia del árbol de ylang ylang, que luego se exporta a Occidente para su uso en la industria de la perfumería. También se producen en la isla caña de azúcar, café, vainilla, pimienta, azafrán y otras especias. La zona más interesante turísticamente es la ciudad antigua, situada junto al puerto, donde se encuentran varios edificios coloniales, como la antigua prisión de 1855. También es digno de mención el Museo de Nossi Be, que alberga hallazgos pertenecientes a los sakalava y los antankarana, las tribus originarias de esta región. Claro que hay playas: las más famosas están 10 km al oeste de la capital, y en el extremo sudoriental, se encuentra la reserva natural integral de Lokobe.
Cerca de Nosy Be, en la costa norte de Madagascar se halla Antsiranana -»allí donde hay sal»- en el fondo de una bahía de 156 km de longitud. La playa Ramena es la más famosa, con cocoteros, arena fina y agua transparente. El lugar vive al tranquilo ritmo de la vida de los pescadores. Cerca de este mar interior de color turquesa se encuentra el Cabo de Ámbar, donde la costa parece haber sido destrozada y numerosos baobabes puntúan la ruta. Cerca de allí, en el islote volcánico Pan de Azúcar es muy común observar ceremonias tradicionales.
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Isla Reunión es otra escala para el placer en el Índico. Esta colonia francesa revela maravillosos paisajes exóticos, un volcán aún activo y un clima semitropical. Además, son patentes las huellas de las culturas india, africana e incluso china. Con una historia de ocupación y esclavitud detrás, la capital, Saint Denis, se asemeja a las ciudades de Francia continental por su arquitectura y la abundancia de brasseries, bistrots y cafeterías. Incluso es habitual ver a los locales jugando a la «petanque», las bochas francesas.
Dos volcanes dominan esta pequeña isla: Le Piton de la Fournaise y Le Piton des Neiges; este último, extinto. Entre los imperdibles de Reunión se encuentran el Valle Takamaka, con cataratas y saltos de agua, la costa Sur, con formaciones volcánicas y fuertes vientos, en el lado más salvaje de la isla; y, especialmente, la playa Grande Anse, un verdadero paraíso y la costa oeste, perfecta para el buceo.
Más al norte del mapa se encuentran las Seychelles, un archipiélago con un centenar de islas. Las más importantes en tamaño son Mahé, Praslin y La Digue. Las playas son de arena fina y agua transparente, ideales para todo tipo de deportes náuticos, como esquí acuático, windsurf y surf. El buceo es especialmente atractivo, ya que existen más de 300 especies de peces y 2.500 tipos de coral. También se practica pesca de altura, en busca de atunes, peces vela y barracudas, entre otros. Los cruceros aprovechan en las Seychelles para recorrer islas totalmente deshabitadas, en una experiencia digna de Robinson Crusoe.
Se distribuyen a lo largo del océano Índico, aunque lejos de la India y bien cerca de la costa sudafricana; lucen playas impactantes, una multiculturalidad poco vista y representan, sin duda, un verdadero viaje al paraíso. Se trata de las pequeñas islas Mauricio, Reunión, Seychelles y Nosy Be, las joyas del Índico que lucen espléndidas ante la llegada del verano del Hemisferio Sur.
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Y no están tan lejos de las pampas si se piensa con optimismo. Sólo hace falta mirar el mapa para observar que están a vuelo de pájaro desde la cada vez más accesible Sudáfrica. De hecho, las agencias de viajes tientan con diversas opciones, ya sea en crucero o en paquetes convencionales, para encadenar una veintena de días en las playas de estas tres islas, combinando con vuelos directos a Sudáfrica y breves estancias en Puerto Elizabeth, Johannesburgo y Ciudad del Cabo.
Tal vez no sea un destino muy frecuentado por argentinos, pero la isla Mauricio difícilmente quede fuera de cualquier ranking internacional que recopile las mejores playas del mundo. Lo mejor del océano Índico está probablemente allí, y no es sólo arena blanca y aguas turquesas, también hay montañas, belleza urbana y una atractiva mezcla de culturas, con espléndidos templos hindúes, mezquitas, iglesias y pagodas budistas. Port Louis, la capital, es un claro ejemplo de multiculturalidad: posee un barrio hindú, uno islámico, uno cristiano, uno chino y uno criollo. Sus calles están llenas de tiendas, y no está exenta de modernos rascacielos.
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La mezquita Jummah, de mediados del siglo XIX, es la principal de la isla y presenta una combinación de elementos de arquitectura hindú, criolla e islámica. Otros edificios religiosos interesantes son las catedrales de Saint James y de Saint Louis, así como el Santuario de Marie Reine de la Paix, donde se reúnen muchísimos fieles y desde el cual se puede contemplar una vista panorámica de la ciudad.
Pegada a la costa noroeste de Madagascar, Nosy Be es una isla de aspecto tropical cubierta de palmeras. Es el principal destino turístico de ese país y suele ser llamada la isla de los perfumes, porque se trabaja la esencia del árbol de ylang ylang, que luego se exporta a Occidente para su uso en la industria de la perfumería. También se producen en la isla caña de azúcar, café, vainilla, pimienta, azafrán y otras especias. La zona más interesante turísticamente es la ciudad antigua, situada junto al puerto, donde se encuentran varios edificios coloniales, como la antigua prisión de 1855. También es digno de mención el Museo de Nossi Be, que alberga hallazgos pertenecientes a los sakalava y los antankarana, las tribus originarias de esta región. Claro que hay playas: las más famosas están 10 km al oeste de la capital, y en el extremo sudoriental, se encuentra la reserva natural integral de Lokobe.
Cerca de Nosy Be, en la costa norte de Madagascar se halla Antsiranana -»allí donde hay sal»- en el fondo de una bahía de 156 km de longitud. La playa Ramena es la más famosa, con cocoteros, arena fina y agua transparente. El lugar vive al tranquilo ritmo de la vida de los pescadores. Cerca de este mar interior de color turquesa se encuentra el Cabo de Ámbar, donde la costa parece haber sido destrozada y numerosos baobabes puntúan la ruta. Cerca de allí, en el islote volcánico Pan de Azúcar es muy común observar ceremonias tradicionales.
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Isla Reunión es otra escala para el placer en el Índico. Esta colonia francesa revela maravillosos paisajes exóticos, un volcán aún activo y un clima semitropical. Además, son patentes las huellas de las culturas india, africana e incluso china. Con una historia de ocupación y esclavitud detrás, la capital, Saint Denis, se asemeja a las ciudades de Francia continental por su arquitectura y la abundancia de brasseries, bistrots y cafeterías. Incluso es habitual ver a los locales jugando a la «petanque», las bochas francesas.
Dos volcanes dominan esta pequeña isla: Le Piton de la Fournaise y Le Piton des Neiges; este último, extinto. Entre los imperdibles de Reunión se encuentran el Valle Takamaka, con cataratas y saltos de agua, la costa Sur, con formaciones volcánicas y fuertes vientos, en el lado más salvaje de la isla; y, especialmente, la playa Grande Anse, un verdadero paraíso y la costa oeste, perfecta para el buceo.
Más al norte del mapa se encuentran las Seychelles, un archipiélago con un centenar de islas. Las más importantes en tamaño son Mahé, Praslin y La Digue. Las playas son de arena fina y agua transparente, ideales para todo tipo de deportes náuticos, como esquí acuático, windsurf y surf. El buceo es especialmente atractivo, ya que existen más de 300 especies de peces y 2.500 tipos de coral. También se practica pesca de altura, en busca de atunes, peces vela y barracudas, entre otros. Los cruceros aprovechan en las Seychelles para recorrer islas totalmente deshabitadas, en una experiencia digna de Robinson Crusoe.