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Ver la versión completa : Un Imprevisto Encuentro Nocturno



Grand Bleu
26th January 2010, 15:24
Era una noche tranquila y aún cálida de las que nos regala con frecuencia el mes de Octubre en las Baleares.


El agua, con sus guiños que reflejaban las escasas luces que provenían de la ya casi vacía urbanización cercana, invitaba a sumergirse en su tranquilidad y a formar parte de ella.

Me equipé bajo la palmera más cercana al agua, bajo la luz de la única farola que alumbraba el aparcamiento desierto.

Los grillos y alguna que otra ave nocturna acompañaban el silencio de aquella noche incipiente en la que los gestos de la meticulosa preparación de todo mi material eran relajados, deshabitados de toda prisa.

Tras un último repaso completo de mi material de buceo, procedí a la verificación de mi equipo de vídeo. Me disponía a disfrutar de una inmersión sencilla sumergiéndome en las tranquilas aguas de Cala Santanyí, y pensé que sería aquella una buena ocasión para llevarme un recuerdo filmado de sus fondos.

El placentero respirar del mar dormido bañaba mis piés en la orilla, masajeando mi mente con su murmullo, apenas perceptible.

La luna, prácticamente llena, y el titilar de las estrellas me dieron el OK final, y avancé hacia la líquida paz.

Sin ninguna hostilidad, sus 20º C empezaron a inundar lentamente mi traje. Fusión de mi cuerpo con el Elemento, licuefacción del espíritu.

Avanzaba nadando por la superficie, sobre un fondo de arena situado a cuatro escasos metros de profundidad cuando vi la primera raya, soñolienta, surcando la arena.

Tras contemplar extasiado sus evoluciones, me dirigí, aun en superficie y respirando todavía a través del snorkel, hacia las zonas de mayor profundidad de la cala que tan bien conozco, flanqueada por dos acantilados.

Elegí la pared Norte, por su gran variedad de fauna y los pequeños recovecos, grietas e intersticios que posee, abrigo seguro para miles de seres marinos.

Comencé la inmersión propiamente dicha sobre un fondo de rocas, a unos siete metros de profundidad , junto a la pared.

Pronto, cabrachos, morenas, salmonetes, pulpos, sargos y alguna que otro calamar se fueron dejando descubrir. Un Gallo de San Pedro se quedó largo tiempo curioseando mi extraña y poco piscícola apariencia: su estoico semblante y la seriedad de sus ojos no escondían su expresión circunspecta ante mis evoluciones subacuáticas.


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Absorbido por la belleza y a través de mi ojo electrónico fui filmando aquellos maravillosos seres ayudado por la luz de dos focos, no sin descuidar la frecuente consulta de mi ordenador de buceo y mi manómetro.

Trece metros, ciento veinte bares: - ¡qué bién!, tengo aún para un buen rato bajo el agua - me dije para mis adentros.

Continué disfrutando del fantástico entorno:


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En uno de los barridos que realizaba con uno de los focos, me pareció percibir un destello al final de su haz luminoso.

Decidí acercarme lentamente antes de prepara mi cámara, a fin de ver más claramente lo que me había parecido percibir cerca de una gran roca, junto a la pared.

Un par de aleteos me llevaron a una distancia de unos siete metros de dos curiosos puntos luminosos, inmóviles.

Sin iluminarlos directamente para no espantar a lo que supuse debía ser un pez, de repente una idea cruzó sonora por mi cabeza:

- Si la distancia que separa los dos ojos de ese pez es de aproximadamente unos sesenta centímetros... ¡no quiero imaginarme cuál debe ser la talla de su cabeza! -

Aquel pensamiento acababa de hacerme bascular desde lo que era una sensación de sana curiosidad a un estado de alerta.

Irremediablemente, atravesó mi cerebro en un santiamén toda la información que había estado recopilando aquella misma tarde por internet. Y en primer plano, se hallaban las imágenes de aquel vídeo que trataba de avistamientos de tiburones blancos en el Mediterráneo. Y concretamente, justamente... en Mallorca, la isla en la que estaba buceando...

Los 20º C del agua no consiguieron calentar el sudor frío que corría por mi mente mientras estaba compeltamente quieto frente a aquellos dos puntos luminosos que me observaban totalmente inmóviles al abrigo de la oscuridad.

- Nada de globazos - pensé: - Ya llevo bastante tiempo sumergido, y de todas maneras, menuda huida ante semejante bicho; y menuda solución: una E.D. para tratar de evitar un inevitable mordisco... -

Durante un instante, milisegundos, pensé en mi cuchillo, pero lo dejé en su funda. La "caricia" que podía hacerle con él a semejante pez en caso de tener que defenderme de poco me iba a servir... más que para enfurecerlo aún más.

Allí estábamos, los dos, totalmente inmóviles, durante un tiempo que me pareció no tener fin.

Yo tenía todas las de perder.

Decidí realizar un pequeño avance a fin de percibir totalmente la talla del animal ante cuya presencia me enfrentaba. Un solo movimiento de una de mi aletas y una ligera inflexión del haz de luz de mi foco confirmaron mis temores.

Una serie de de puntos luminosos, más pequeños que aquellos dos grandes fijos que me miraban aparecieron detrás y en línea de lo que debía ser la cabeza de aquel blanco, dando una longitud total de

- ¿Seis metros?, ¿Siete metros?...¡Qué más da!: ¡¡¡Es enorme!!! -

Manómetro, - ¡ostras! ¡¡ochenta bares!! ¡¡Dios!!- y aquellos dos puntos luminosos, sin moverse. Saboreando ópticamente mis carnes antes de lanzarse a por mí apenas moviese yo un dedo.

No sabía qué hacer.

Todas mis diferentes ideas acababan con el resultado de mi cuerpo entre sus fauces. Y quedarme allí quieto hasta agotar el aire, triste final.

Jaque mate, y game over: no había otra solución que la de afrontar mi final tratando de ver la majestuosidad del escualo.

Al menos, me llevaría su visión al otro mundo...

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Así, decidí avanzar hacia lo que me parecía el principio de una muerte segura. El cuchillo, otra vez, -¿para qué...? - se quedó en su funda, y avancé lenta pero decididamente hacia el tiburón.

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A medida que avanzaba más puntos luminosos aparecían y desaparecían en la oscuridad dando la visión de un movimiento sinuoso.

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- Ya está: ya comienza su danza - me dije al ver vibrar lo que imaginaba ser su cuerpo y su cola.

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El haz de luz comenzó, a medida que me aproximaba hacia mi fin, a descubrir las rocas y las algas que se situaban justo delante de aquellos dos destellos inmóviles que no paraban de observarme, y que pronto se abalanzarían sobre mí.

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- Un metro para verlo, al fin, en toda su grandeza. -

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- Medio. -

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- Veinte centímetros, y se acabó. -

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Aparecieron, sobre aquellos dos diabólicos destellos, dos más: empezó a perfilarse ante mí la forma de la cabeza del que se llevaría mi última bocanada de aire.

Veía ahora ya con más claridad la hilera sinuosa y tembolorosa de puntos luminosos que recubrían su agitado cuerpo.

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Tras el golpe de aleta final, apareció ante mí. Enorme. Majestuoso. Bello y Bestia a la vez.

Nunca, a pesar de haber visto en otras ocasiones varias especies de escualos, había estado ante uno como aquel.

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Sus formas no daban ya lugar a dudas, y pude percibir el brillo de sus dientes a través de su boca entreabierta.

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Se trataba de un magnífico ejemplar de Tiburón Blanco Escalera .

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Sus grandes colmillos en acero inoxidable brillaban sobre los dos grandes tornillos culminados por grandes tuercas hechas del mismo material que brillaban ante mí en sendos luminosos ojos, y los peldaños relucientes bajo el haz de luz de mi foco daban perfectamente la imagen de un cuerpo de siete metros que se movía.

Aquel tiburón no era sino una escalera de baño perteneciente a un chalet que se había desprendido del acantilado a consecuencia de la tormenta de la semana anterior...

- Ale... diez bares todavía para recuperar el aliento, llegar a cincuenta e iniciar la parada de seguridad. Esta noche aún lo podrás contar -.

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Ya en superficie, la soledad de la playa fue único testigo de mi renacer.


Y de mi vergüenza.

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Aún hoy agito negativamente de lado a lado mi cabeza con los ojos cerrados al pensar que ni siquiera, presa del pánico, llegué a filmar este maravilloso encuentro...

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Aunque un poco novelado (no he tenido ocasión de ver "otras" variedades de escualo bajo el agua), éste es el relato del encuentro real que tuvo lugar en una de mis inmersiones nocturnas en Cala Santanyí<o:p></o:p>